Opinión | Sol y sombra

Cerebros podridos

Que la intoxicación más banal erosiona gravemente la conversación pública ha dejado de ser novedad, salvo cuando se trata de recordar que esta tendencia ultimísima de la estupidez humana progresa consecuentemente y a marchas forzadas. Estando como es debido al quite, el Oxford English Dictionary acaba de elegir «brain rot», cerebro podrido, como expresión del año 2024. El término se refiere a un deterioro mental o intelectual de las personas que consumen de forma excesiva contenidos triviales y vacuos, fundamentalmente en los caladeros online. Más o menos espontáneamente, alguno se preguntará quién es nadie para juzgar la futilidad, qué es insustancial y, por contra, trascendente. Para el género tonto no existen diferencias.

El consumo de estas baratijas idiotas y superfluas que pueblan las redes, de reel en reel y de vídeo en vídeo, nos hace iguales ante la ley. Puede que estemos condenados a girar siempre en torno al mismo círculo y que ahora, además, gracias a las tecnologías estemos también dispuestos a contárnoslo todo unos a otros de mil maneras a ver quién resulta más original. El vagabundeo digital ha empezado a ser una de las grandes preocupaciones para psicólogos y neurocientíficos que alertan del peligro desde la infancia de pegarse a un teléfono inteligente ocupando tristemente las horas y la cabeza en descubrir no sé qué de no sé quién en las actitudes más ridículas y zafias delante de una cámara: un cocinero exhibicionista o un payaso loco, cualquiera que crea que tiene algo que contar a los demás. Cerebros podridos, sí. Ha dado en el clavo el Diccionario Oxford.

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