Opinión | LA PELOTA NO SE MANCHA
El Dépor, el sastre de confianza y las costuras que tiran

Lucas Pérez / Iago López
El Dépor vale hoy más por lo que es que por lo que puede llegar a ser. Solo el tiempo dirá si Zakaria Eddahchouri, Denis Genreau y Nemanja Tosic se acaban convirtiendo en fichajes rentables o si terminan por hacerse acreedores de un hueco en la historia blanquiazul. Eso sí, ahora que baja la persiana del mercado de fichajes y que el duelo por Lucas Pérez sigue presente, el alivio entre el deportivismo llega más por los puntos que luce el equipo en la tabla o por percibir a un José Ángel renacido, a un equipo sólido, a un Ximo Navarro líder, a un Yeremay todocampista y a un Mario Soriano encontrando su espacio, que por lo que ha captado el club en el mercado de invierno. Injusto o no, juicio impaciente o no, es la realidad. Ya sea por la procedencia de las adquisiciones o por la dificultad que entraña que jugadores neófitos en España sean diferenciales de inmediato, el Deportivo es hoy más que nunca el Dépor de Primera RFEF, es y debe ser ese talento subyacente que tiene que hacerse presente en esta segunda vuelta ya con la adaptación a Segunda en el bolsillo.
Era inevitable que los empleados del Dépor se se fuesen a Abegondo, pero el club necesita otra sede en la ciudad
En un momento de tirantez en las costuras del proyecto por haber tenido que acudir a un mercado, el internacional, del que ha rehuido en los últimos tiempos, el Dépor recurre más que nunca a sus sastres de confianza, a esos que hacen que las prendas le sienten como un guante. A ese Ximo Navarro cabalgando, al trío Pablo Martínez, Pablo Vázquez y Dani Barcia en defensa, a esa pareja indisoluble que a veces parecen Villares y José Ángel, a sus dos diablos de Abegondo en pleno crecimiento como son Mella y Yeremay. Hay quien pueda ver en esta realidad una incapacidad para captar talento en la temporada de la vuelta a Segunda División o valentía para reconocer el mérito interno ante la imposibilidad de acceder a mercados diferenciales. El paso adelante de José Ángel en el doble pivote y lo afianzado que está Rafa Obrador en el costado izquierdo harán que el termómetro del mercado para Fernando Soriano, el que calibrará si ha sido un buen o mal enero será, casi con toda seguridad, Eddahchouri. La capacidad del holandés para mejorar a Barbero y a Bouldini será lo que marque si el dedo se inclina hacia abajo o hacia arriba. Es muy probable que Zakaria sea más futuro que presente para el Deportivo, pero el equipo y Fernando Soriano lo necesitan más pronto que tarde.
Lucas y una retirada en falso
De esa ecuación ya empieza a salir Lucas, no porque caiga en el olvido su impronta en el equipo y su poso entre el deportivismo, es que, como reconocía Fernando Soriano, es un futbolista «irremplazable» en el equipo. Más allá de las connotaciones de su marcha, empieza a pesar también la sensación de que el coruñés puede acabar retirándose en falso. Parte de las razones que le empujaron a su marcha eran personales y le llevaban a estar en Madrid. Solo Leganés, Rayo y Getafe están en el fútbol profesional en esa comunidad y el mercado de invierno ya es historia y el 7 sigue sin equipo. Es un jugador en paro y podría encontrar acomodo en cualquier momento, más difícil es que lo consiga bajo los parámetros que él tanto desea. Lucas está estos días entre A Coruña y Madrid. No debería un jugador como él, con lo que hizo por el Dépor, con lo que ha significado en A Coruña, dar la sensación de que deja el fútbol en falso. Ya se tenía que haber despedido de su equipo en el terreno de juego y el fútbol le debe unas últimas imágenes jugando, no con un adiós furtivo en el medio del mercado de invierno. Siempre quedará la duda de quién midió mal o de quién no hizo suficiente para evitar una ruptura que quizás era irremediable, pero la figura de Lucas merece otra despedida, sea o no en Riazor.
Una nueva sede en A Coruña
El Deportivo dejará ya por fin esa presencia testimonial que tenía en los últimos tiempos en la plaza de Pontevedra y todos sus trabajadores se mudarán definitivamente a la Ciudad Deportiva. Era inevitable trasladar toda su actividad de diario a Abegondo, una instalación en obras desde hace meses que está más en la línea de los centros de trabajo y de entrenamiento de los mejores equipos del fútbol europeo. Este paso también fuerza un trabajo más integrado de todas las estructuras del club coruñés. Los casi 40 millones que invertirá, con el auspicio de Abanca y el apoyo de LaLiga y el fondo CVC, no presagiaban otro desenlace.
Será la primera vez en casi 120 años de historia que el Deportivo no tenga una sede en A Coruña, más allá de que el corazón del deportivismo esté siempre en Riazor. Fue la Sala Calvet, luego La Marina y San Andrés, en otras... Fueron múltiples emplazamientos que arraigaban aún más al club con su ciudad. Al menos esos eternos azulejos siguen luciendo en la plaza de Pontevedra para regocijo de cualquier coruñés y deportivista. Forman parte del paisaje urbano y de la huella sentimental de un club marcado de manera indeleble en su gente.
Ese adiós también produce cierta nostalgia de un tiempo que ha pasado y que difícilmente volverá. Será mejor o peor, sin duda diferente. No ha habido un sitio en A Coruña en el que se hiciese más patente la diferencia abismal entre las aspiraciones deportivas de un club y su estructura. Unas rozaban el cielo, las otras prácticamente no existían. En esos dos pisos laberínticos, con espacios diminutos, con una decoración kitsch setentera y que no estaban conectados, se alumbró uno de los mayores milagros de la historia del fútbol europeo de clubes, ese en el que el equipo ganaba una liga, mientras el presidente Lendoiro cogía el teléfono fijo los domingos por la noche. Como historia es una mina. Pero nunca debió haber esa diferencia tan evidente, esa sensación de amateurismo quizás irreal. Producía cercanía, cierto, los tiempos también requerían otras medidas y otras prácticas.
Más allá de la añoranza y de que era inevitable que los empleados se mudasen a Abegondo, el Deportivo no debe perder el arraigo con A Coruña. Otra sede en la ciudad se hace necesaria. Seguro que diferente, más institucional, más enfocada a actos, a ocasiones señaladas, no al día a día. Pero este club, más allá de Riazor y a la espera del anhelado museo, no debe desaparecer de la faz de A Coruña.
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