Opinión

¿Es más productivo el Madrid o el Barça?

En España, cuando los economistas se aburren o su imaginación ya no da para más, se inventan sesiones sesudas para hablar de cómo mejorar la productividad. Si va acompañado de un informe firmado por respetados y reputados sabios, mucho mejor. Ocurre que desde tiempos de los romanos y del acueducto de Segovia, por no hablar de los poblados íberos y celtas, parece que este país ha tenido un problema de productividad económica comparado con las naciones de nuestro entorno. Se preguntan: ¿cómo podemos entender que en España para fabricar un producto u ofrecer un servicio tardemos más tiempo y necesitemos más recursos que en otros sitios?

Hay modelos diversos de medir la productividad. El más basto es el cociente de dividir el PIB por el número de empleados activos o las horas trabajadas. Es basto porque no tiene en cuenta las peculiaridades económicas de las naciones. No es lo mismo ser un país cuya economía depende del turismo que de desarrollar semiconductores o de cultivar patatas. De la misma manera, no se puede medir la productividad de un restaurante tres estrellas Michelin con el restaurante de un polígono industrial o una cadena estadounidense de comida basura, que pueden acabar facturando y ganando mucho más dinero.

¿Acaso hay que comparar la productividad extraordinaria de genios como Picasso o Dalí con la de otros pintores como Velázquez? ¿Es Shakespeare mejor que Cervantes porque produjo mucho más? Ni siquiera en un mismo sector, incluso el de medios de comunicación, hay que tomarse en serio los datos de productividad. No toda la información puede medirse por el mismo rasero. Y en fútbol: ¿cómo medimos la productividad del Real Madrid con la del FC Barcelona? ¿Presupuesto dividido por títulos? ¿O la de Messi con la de Ronaldo? ¿Sueldo dividido por goles o por campeonatos?

Si Irlanda, Luxemburgo o los países escandinavos de siempre son más productivos que España no es porque sean más listos, más trabajadores, no usen tantas subordinadas y den vueltas sobre lo mismo mil veces para argumentar, pierdan menos el tiempo almorzando o tomando cafés o se vayan a dormir antes. Se debe a la estructura de su modelo económico, mucho más centrada en industria, tecnología y servicios financieros. También imagino que el negocio de las saunas debe ser muy productivo, al menos en el caso de Finlandia.

Unos siguen con sus informes de Perogrullo mientras otros siguen legislando contra la marea, poniendo palos en las ruedas. Todo, en medio de un escenario laboral tan cambiante, con empleos de nueva creación liderados por la innovación tecnológica, y en que la flexibilidad más la capacidad de poder trabajar dónde sea en cualquier momento se extiende a pasos agigantados.

Martí Saballs Pons es director de Información Económica de Prensa Ibérica

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