Opinión
¿Trump? El PP ni sabe ni contesta
Los restos de la onda expansiva de la internacional reaccionaria empiezan por fin a llegar a España. En la madrugada del domingo, Donald Trump saludó con un «lo estás haciendo muy bien» a Santiago Abascal, que respondió a su amo con una reverencia feudal. Fue solo una breve mención sobre la marcha, que sirvió a Musk para publicar un tuit en el que decía «Vox ganará las próximas elecciones». Las profecías del tío Elon suelen ser un fiasco (miren, si no, a Alemania), pero la noticia es que el club de fascistas de la motosierra, los saludos nazis, los recortes inhumanos y la ideología racista, homófoba y machista se ocupa finalmente de España. Efectivamente, los alienígenas ya han llegado, y lo pueden cambiar todo. Paradójicamente, el gran beneficiado de su desembarco, más que Abascal, es Pedro Sánchez, que tras sus turbulencias dentro del Gobierno y el acoso y derribo a su fiscal general, puede volver a oxigenarse en las aguas favorables de la agenda internacional, donde se mueve como pez en el agua. Mencionando a Abascal, Trump ha catapultado a Sánchez sin querer y ha vuelto a recordar al votante español que la única alternativa fiable a la ultraderecha es el actual presidente, que siempre esquiva sus crisis internas con la misma fórmula: presentarse como el adalid contra el fascismo.
Curiosamente, el gran damnificado de esta polarización es, sin duda, Feijóo, que una vez más ve cómo Sánchez se le escapa vivo de otra emboscada. Cuando parecía «ahogado entre las redes de sus precarios equilibrios parlamentarios, la internacional ultra le ha situado en su terreno de juego favorito y de paso ha descolocado al PP, atrapado de repente en un dilema terrible. Si apoya sin fisuras al presidente de Estados Unidos no solo dará alas a Vox sino que podría aparecer como una fuerza extremista a favor de Putin y en contra de sus aliados europeos. Por el contrario, si se pronuncia en contra de Trump y de Musk se puede encontrar dándole la razón a Sánchez, un tabú inconcebible en un PP que pide su dimisión cada día. De momento, Sánchez se ha ido a Kiev a apoyar explícitamente a Zelenski, un gesto que ahora mismo es lo más osado que ha hecho ningún dirigente europeo y lo más parecido a propinarle una bofetada a toda la internacional reaccionaria. Una vez más, la rueda de la fortuna ha girado a favor del presidente, que se agarra a la nueva coyuntura para dejar al PP en tierra de nadie. Mientras Sánchez vuelve a tierra firme, Feijóo, desgarrado por sus contradicciones, bracea y titubea sin saber hacia dónde tirar. El resultado es que el mundo se hunde, pero el PP ni sabe ni contesta. Mientras tanto, los que proclamaban que sería la legislatura más corta de la historia ven cómo el tiempo pasa sin remedio y sin que ninguna estrategia histérica sirva para evitar que este Gobierno cumpla pronto la mitad de su mandato. A ver si al final resultará que el que no va a llegar a 2027 es Feijóo.
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