Opinión | El trasluz
Protagonistas
Los parques zoológicos, en fin, se han quedado obsoletos también porque nuestra sensibilidad ha sufrido cambios

Visitantes fotografiando a las jirafas. / AYUNTAMIENTO DE JEREZ
Mucha gente se pregunta si a estas alturas de la vida y de la cultura siguen siendo necesarios o convenientes los parques zoológicos. Yo también me lo pregunto, y eso que, en otro tiempo, cuando mis hijos eran pequeños, los he visitado en numerosas ocasiones para pasar el día observando el comportamiento animal comiendo palomitas. Ahora, si a uno le interesan las costumbres de las bestias que pueblan el planeta, puede acudir a YouTube: no hay zoológico mejor para observar la conducta de las fieras y de las menos fieras. En YouTube tienes vídeos hasta de ácaros y hormigas y gusanos de seda. En cuanto a las palomitas, te las puedes hacer en el microondas.
Los parques zoológicos, en fin, se han quedado obsoletos también porque nuestra sensibilidad ha sufrido cambios. Quizá ha llegado la hora de empezar a clausurarlos. De continuar abiertos, habría que incluir en ellos a los seres humanos. No por nada, sino porque nos viéramos, pues nos tenemos tan cerca que apenas reparamos en nosotros mismos. La instalación podría consistir en la reproducción de un piso de 60 metros cuadrados compartido por dos familias. En el cartel explicativo se expondrían las dificultades de una familia media para alquilar una vivienda con un sueldo medio o mínimo. Podríamos de ese modo observar detenidamente fuera lo que tenemos dentro: el microondas sucio, la cocina rota, el cuarto de baño desconchado, quizá con alguna cucaracha de atrezo.
Veríamos cómo somos.
Y de ese modo los niños empezarían a preguntarse por qué vive mejor un león en cautividad que un ser humano libre. ¿Libre? ¿Hemos dicho libre? Supuestamente libre. Frente a la vivienda media, se podría instalar la de un millonario para que quedara patente que los seres humanos repartimos la riqueza peor que los chimpancés, incluso peor que las ratas. Claro que hay tanta variedad de seres humanos que tal vez habría que dedicar un zoológico entero a esta contradictoria especie inteligente o supuestamente inteligente. No digo, en fin, que cierren los parques temáticos dedicados a las bestias, pero, de continuar abiertos, deberíamos ser sus protagonistas.
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