Opinión | Un minuto

Un toque de realismo

De siempre me han identificado por mi afición por los coches. Aún recuerdo mi primer artículo en el Diario Regional vallisoletano anunciando que los europeos preferíamos coches utilitarios frente a los mastodontes americanos, en los tiempos en que el bueno de Javier Ayesta me llamaba Don Chevi Chevrolet. ¡Ufff, qué tiempos y años! Y todo esto viene a cuento de haberme encontrado en la novela de Yasmina Khadra —seudónimo que usa su marido argelino por imperativo militar— con la mención de un coche marca Zostava que usa el incansable comisario Llob.

Pasajes que me traen a la memoria andanzas del colega, griego en este caso, Kostas Jaritos, a bordo de un Seat Ibiza por las cuestas de Atenas, en una ocurrencia del novelista Petros Márkaris que no duda en usar la marca española en uno de sus relatos.

¿Y qué tiene que ver aquí la marca Zostava citada? Para mí es como un toque de realismo, es querer transmitir autenticidad a lo que se describe pues imagino que en la Argelia socialista la marca Zostava, continuadora del coche Yugo de triste memoria por la cantidad de accidentes causados entre los deportistas de la Olimpiada de Los Ángeles en 1984, esa marca ya extinta, debió vender algunas unidades en Argelia.

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