Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Agra do Orzán: ¿una oportunidad perdida?

Me dirán los juristas, los expertos en urbanismo y otros técnicos con amplia sabiduría en sus respectivos campos de acción que no podía ser de otra forma, que los papeles dicen lo que dicen y que las cosas ya estaban aprobadas de una determinada manera desde hace tiempo. De acuerdo, tendrán ustedes tales razones que yo no entro a discutirles, pero eso no quita que una lógica palmaria, mucho más esencial y nuclear a veces que las leyes y normas un tanto peculiares con que nos hemos dotado, apunte a otro escenario bien diferente. O, por lo menos, a mí me lo parece… En esta columna, queridos y queridas, les voy a dar mi opinión sobre el nuevo gran desarrollo urbanístico de San Pedro de Visma que se ejecuta en el Agra do Orzán, que a mí me sorprende y también disgusta. Vamos a ello…

Pongámonos en el descampado que, frente al Ágora y próximo al instituto Agra do Orzán, servía últimamente de forma provisional de informal aparcamiento en una zona muy carente de él, al pie de una gran zona verde con enorme potencial pero a la que se renunciará en parte, fruto de los referidos trabajos de urbanización en el barrio. Es verdad que sobre todo el lugar había que actuar, y que el entorno en cuestión estaba degradado y feo, pero... ¿así? Entiendo que se trata de un polígono anteriormente no ejecutado, y que en su planeamiento se contemplaba la construcción de montones de pisos... Muy bien, eso dirá la norma aprobada pero, sinceramente, ¿tiene lógica hacerlo, en el contexto en el que tal parcela se ubica? Les adelanto que, para mí, es discutible.

Para entender el punto de vista que les traslado, no pierdan ustedes de vista el hecho de que estamos hablando de uno de los puntos con más densidad humana y urbanística de Europa, que ha cosechado no pocas veces grandes titulares en los medios por tal realidad. Piensen ustedes, por ejemplo, en el espacio entre rondas, la de Nelle y la de Outeiro, donde reinan el hormigón y el ladrillo de forma contundente e indiscutible, con muy escasos árboles y parterres y con muy difícil solución para revertir esto. Una zona de la ciudad, claro está, con muy pocos lugares de esparcimiento y con muy escasas áreas tampón que mitiguen los problemas ambientales derivados de las realidades urbanas y que permitan abundar en políticas de mejora de la calidad de vida de los habitantes del barrio. Ese era precisamente el espíritu del programa Urbana-C, con fondos europeos, que apostaba fuertemente por la mejora de equipamiento e infraestructuras, con la mirada puesta en una inversión a futuro en términos de conseguir un barrio más vivible. Una apuesta que, eligiendo un menor desarrollo vertical de nuevos edificios ahora previstos, podría ser reforzada y mejorada. Y que se truncará en cierto modo, no obstante, si se promociona lo contrario. Y esto aún a pesar de lo proyectado actualmente en materia de creación de zonas verdes en tal enclave, que de otra manera podría ser aún bastante más y mejor. ¿Será suficiente el parque previsto en el proyecto que se ejecuta o, sin complejos, habría que ir a por más?

Creo sinceramente que otro tipo de alternativa en la urbanización del polígono referido hubiera sido mucho más atractiva. Quizá la conformación de un nuevo gran pulmón verde de verdad, que podría ser conectado con vías pedestres a otras zonas más altas de la ciudad, recientemente recuperadas y con grandes posibilidades para el disfrute colectivo. No hacerlo así, y apostar —aunque sea parcialmente— por más pisos, por más construcción y por más viviendas justamente ahí es, para mí, una oportunidad perdida. Seguramente una exigencia derivada de decisiones ya antiguas y de expectativas creadas, pero sin dejar de constituir un nuevo «más de lo mismo», que tanto daño hizo en épocas pasadas de desarrollismo sin mayor justificación ni estrategia. ¿De verdad nos hacen falta más pisos en el Agra, casi 4.000 viviendas, en vez de aplicar políticas de restauración, rehabilitación y mejora de lo que hay? ¿Es ese el interés colectivo? No lo sé.

No es el único lugar donde ocurre esto, tanto en esta ciudad como en otras muchas. Pero, en el caso del denso y abigarrado barrio del Agra do Orzán, el impacto es aún mucho mayor que en otras zonas. Y es que si hay un lugar donde el verde es claramente deficitario en A Coruña, podría ser este. Creo que el no poner esto por encima de cualquier otra idea lleva implícito el renunciar en parte a tomar un inequívoco tren de rotundo progreso social, medioambiental y urbanístico que, desde mi punto de vista, vuelve a escaparse de nuevo ahora en cierta medida en este barrio tan populoso.

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