Opinión | Shikamoo, construir en positivo
Dogmatismo climático… ¿o huida hacia adelante?
La muy reciente declaración institucional ofrecida por el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, clama al cielo. Porque quien ha estado negando de forma reiterada la mayor sobre su posible incomparecencia en los peores momentos de la crisis vivida en tal territorio durante los recientes y trágicos hechos por todos conocidos, da además ahora la vuelta a la realidad para vilipendiar a la comunidad científica y tachar de «dogmatismo climático» a quienes, con las soluciones matemáticas y las interpretaciones físicas asociadas de los modelos de complejos problemas de oscilaciones acopladas en la mano, avisan de las consecuencias de que no se asuma la realidad de lo que ocurre hoy con el clima, así como de la importancia de seguir políticas adecuadas para paliar, en lo posible, el advenimiento de escenarios mucho peores todavía en un futuro próximo. Y esto es grave. Muy grave. Pura charlatanería hilvanada por excusas banales y una afrenta grave a cualquier atisbo de razón.
Pero déjenme que, antes de continuar, les salude. Buenos días, antes de nada, que la contundencia de algunos acontecimientos me distrae de lo más importante... Lo cierto es que episodios así llegan a enfadar, sobre todo por el daño que hacen en términos de aportar ruido, denigrando un trabajo serio y concienzudo, científico y sistemático, sobre el que en la comunidad científica no hay duda. Fenómenos como la exacerbada precipitación motivada por la depresión aislada en niveles altos —«dana»— de finales del mes de octubre pasado irán a más. No lo dice ningún dogma. Lo dicen los modelos matemáticos, los datos experimentales y el conocimiento acumulado, al que por lo que se ve es ajeno algún personaje de la política que, curiosamente, no tiene entre sus numerosos asesores a alguien que le enmiende la plana en tales lides.
«O falar non ten cancela», cada vez más, y así asistimos con frecuencia creciente a espectáculos tan penosos como el que tal presidente nos ofreció, del todo incompatible con la responsabilidad que ostenta y con el mínimo respeto a un paradigma científico que no está para asumir o no, si no es mediante el esquema natural de evolución de la ciencia normal, según el protocolo habitual fruto de la aplicación exhaustiva del método científico. Es triste que a cualquiera que se le dé un micrófono tenga su minuto de gloria en una plataforma digital a costa de decir las mayores barbaridades posibles, pero aún lo es más —y llega a ser insoportable y jamás aceptable— que esto ocurra con un cargo electo de tal nivel institucional, miembro por tanto del aparato del Estado y con una importante responsabilidad presupuestaria y operativa.
Yo creo que hay un antes y un después de las palabras referidas. Bien es verdad, y no deja de constituir un cierto elemento para la esperanza, que personas señaladas en su partido —incluso con las más altas responsabilidades en términos también de la presidencia de otros gobiernos autónomos— se hayan desmarcado de él y de su verborrea. Algo que, desde mi punto de vista, les honra. Pero creo que este no puede ser el único movimiento por parte del Partido Popular. Entiendo que hoy, más que nunca, es absolutamente imprescindible forzar su cese, porque el señor Mazón confunde su particular interés en una huida hacia adelante —visto que su gestión o no gestión sigue en tela de juicio— con unas palabras zafias donde tilda de «dogmáticos climáticos» a la práctica totalidad de la comunidad científica. ¿Para reírnos? Más bien para llorar...
Con lo acaecido ahora, Mazón ha superado una clara línea roja. Y con ella ha provocado incluso la reacción de articulistas como yo, que nunca nos hemos pronunciado sobre hechos que no conocemos de primera mano, y que nos hemos abstenido desde el primer momento en establecer juicio alguno sobre lo que ocurrió aquel día, y que la Generalitat, el Partido Popular o la Justicia tendrán que dirimir y depurar... Eso es harina de otro costal... Pero que alguien, para intentar salir «de rositas» mezcle churras con merinas y abunde en la miseria intelectual que hoy campa por ahí, jamás. Sólo le faltó explicar que La Tierra es plana —estupidez profusa—, que nos fumigan los aviones a reacción y cuatro preciosidades más. No existe el dogmatismo climático, sino la ciencia pura y dura, manifiestamente incompatible con la avaricia de unos cuantos, con la falta de miras de algunos más y con los intereses creados de aquellos que, para lo que nos queda a todos en el convento, han decidido vivir a corto plazo, sin importarles nada más... O monetizar a tope en redes con sus chorradas carentes de fundamento, lo cual también es para que nos lo hagamos mirar... O... ¿estarán Vox y sus exigencias para apoyar los presupuestos detrás de todo esto...? Ahhh...
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