Opinión

Lo que ocultan las palabras

En tiempo de certezas y agobios varios, como el actual, es fruta de temporada que las palabras muden su significado habitual y se mimeticen con el paisaje. En cualquier caso, el objetivo principal de la maniobra es pasar desapercibida y fuera del alcance de hipotéticos enemigos.

Días atrás pude leer en la portada de un importante periódico nacional el siguiente titular: «España envió a Israel material militar no letal por 50 millones». Y, a continuación, añade: «El Gobierno dice que las ventas en 2023 y 2024 no se usaron en Gaza». Comprendo perfectamente que a la empresa editora del periódico le resulte enojosa la tarea de conciliar su conocida simpatía hacia la causa de Israel con la realidad de las matanzas perpetradas por el ejército judío que, abusando de su superioridad militar, ha asesinado a más de 50.000 gazatíes, preferentemente mujeres y niños. Una estrategia que algunas mentes criminales (muy parecidas por cierto en cuanto a métodos y objetivos a las de los nazis) tienen la desvergüenza de reconocer en público su autoría, como si se tratase de una partida de caza en vez de unos seres humanos. No me gusta la caza ni sus rituales, aunque comprendo que la evolución de la especie nos impone comportamientos contradictorios. Del homínido que vivía en cuevas y mataba a otros bichos para comer carne cruda sin sal al gourmet sofisticado que busca sabores inimaginados hay unas distancias siderales.

Pero volvamos al titular de portada en el que se da noticia del envío a Israel por el Gobierno español de «material militar no letal» por importe de 50 millones. ¿Qué es material militar no letal? ¿Acaso les hemos vendido a los israelitas cañones y ametralladoras que no disparan a matar? ¿Y los tanques…? ¿Con lo que cuesta cada uno de esos vehículos acorazados entendería alguien que se reservaran solo para exhibirlos en los desfiles? Nada de eso es creíble y no vamos a establecer ahora la regla general de afirmar que todo lo que entra en los cuarteles es material militar no letal.

Los que hemos hecho el servicio militar obligatorio sabemos que en los acuartelamientos entraba material militar no letal (papel higiénico, por ejemplo), si vamos a seguir utilizando ese eufemismo. Desde que un anónimo genio de la ocultación introdujo en la jerga mediática el concepto de «daños colaterales» para aludir a las matanzas indiscriminadas de civiles que habitan en la cercanía de objetivos militares. Y con la misma intención se empezó a llamar «ingenios nucleares» a bombas atómicas o el «rearme» por «seguridad», como pretende imponernos nuestro presidente del Gobierno.

Ocultar un genocidio con bellas palabras es una de las dedicaciones más valoradas por las élites.

Tracking Pixel Contents