Opinión

Del día de la liberación al día del caos

Trump se ha empeñado en acabar con el déficit de su balanza comercial a riesgo de desencadenar una guerra comercial global y generar un grave perjuicio para la economía mundial, sobre todo para la americana. Empieza a contemplarse un escenario de posible recesión en EEUU.

El «día de la liberación» informó sobre la imposición de un arancel universal del 10% a todas las importaciones de EEUU. Pero, además, unos 60 países se verán afectados por tasas más elevadas a partir del 9 de abril, entre ellos la Unión Europea (20%) y China (34%, que acumula ya un 50%). La noticia ha generado preocupación y una oleada de críticas en todo el mundo. Y supone la mayor ruptura del orden comercial internacional desde la Segunda Guerra Mundial.

Trump se basa en un diagnóstico equivocado que comporta medidas también erróneas y efectos no deseados. Por ello es necesario aclarar y desmentir algunas de sus afirmaciones.

La primera es que Trump considera que el IVA europeo es como un arancel, pero no es así. El IVA es un impuesto que pagan los consumidores por todos los productos, sean producidos dentro de Europa o importados, por tanto, no es un gravamen que haga perder competitividad a productos estadounidenses. Además, en el cálculo de los aranceles anunciados no hay reciprocidad en base a los aranceles que soporta EEUU, sino que divide el déficit comercial de cada país por las importaciones, y aplica el 50%.

Segundo. La balanza exterior de EEUU con la UE no es tan negativa como apunta Trump. El déficit comercial de bienes en 2023 era de 157.000 millones de euros. Sin embargo, en los servicios, es la UE la que tiene un saldo negativo con EEUU de 109.000 millones de euros, sobre todo en servicios tecnológicos y financieros. Es decir, el desequilibrio total es solo de 48.000 millones de euros a favor de la UE. Parecería una estrategia más acertada que Europa grave con algún tipo de tasa los servicios importados que los bienes industriales producidos en EE.UU.

Tercero. Trump quiere vengarse de los europeos porque cree que le estamos engañando, y así fortalecer su posición de liderazgo mundial. Sin embargo, la UE puede salir más fortalecida que EEUU del choque arancelario, tanto por un reforzamiento de su mercado interior (450 millones de consumidores de renta media-alta con alto poder adquisitivo, que comprarán más productos fabricados dentro de Europa), como de su posicionamiento comercial en el mundo. La UE se reafirmará como el socio más fiable para el sur global frente a EEUU, que dejará de ser el socio preferido para las grandes economías (Canadá, México, Japón, Corea del Sur, China y Europa, entre otros).

Cuarto. El sueño de Trump es que lo que se consume en EEUU se produzca en ese país (Make America Great Again). Un sueño que la economía no compra. Las bolsas han reaccionado al día de la liberación con caídas significativas, especialmente la americana. La incertidumbre no es buena para los negocios. Por un lado, hay un claro riego de desaprovisionamiento en productos importados por EEUU y de que se produzcan costosas interrupciones en la cadena de suministros. Por otro, se prevé un incremento de precios, que perjudicará la capacidad de consumo de los estadounidenses y el crecimiento del PIB. Aumenta así el riesgo de estanflación (estancamiento económico con inflación). Tampoco parece factible la estimación de ingresos por aranceles de la administración Trump, puesto que del ingreso neto deben descontarse las pérdidas económicas internas por la caída de ventas debido al aumento de los precios y las pérdidas externas, por las represalias arancelarias de terceros países.

Ante el caos y la incertidumbre que ha generado la política de Trump, la Unión Europea debe dar una respuesta unida, serena, basada en el diálogo y selectiva, para que los efectos sobre la economía no sean elevados. EEUU representa el 16% de las importaciones mundiales en 2023, no muy lejos de la UE (14%) y China (13%). La respuesta de estas dos economías a los nuevos aranceles estadounidenses y su capacidad de negociación determinarán la magnitud del impacto económico global.

Trump está convencido de que su estrategia triunfará a largo plazo, aunque a corto tenga que sufrir. Pero la política suele tener poca paciencia cuando la economía se contrae. El tiempo demostrará que la estrategia de Trump es equivocada porque en una guerra arancelaria todos pierden.

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