Opinión | Un minuto

Templando gaitas

Esa es la impresión que saco de las diferentes manifestaciones a propósito del lobo ibérico. Y más cuando trato de seguir el pensamiento que subyace en lo que me llega por los medios de información. Ganaderos de zonas peninsulares al norte del Duero han conseguido salir del dichoso lespre (listado de especies especialmente protegidas), pero sufren daños en sus reses por las dentelladas de los lobos, por un lado. Y por otro, todo el Partido Animalista Con el Medio Ambiente (PACMA) que clama por la preservación de estos animales.

Unos reclaman medidas para cazar a esas especies con monterías y batidas, o acciones de espera a las manadas de los cánidos. Mientras que los otros se oponen a esas acciones cinegéticas. Y en medio están los organismos oficiales de las autonomías afectadas, a saber, Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León, que tratan de no quitar la razón, ni enemistarse, a unos y otros. Que la caza del lobo quede vedada, piden los animalistas. Mientras que los contrarios, que consideran injustas las indemnizaciones por cabeza de ganado perdido, acceden a que no haya batidas en los meses de abril, mayo y junio, sólo permitirían la espera, pero exigen autorización para monterías en los 9 meses del año restantes para reducir la cantidad de lobos libres actualmente en esas regiones.

En esas estamos. Buscando un equilibrio y no perder votos en próximas elecciones.

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