Opinión | Error del sistema

Encontrar las palabras

Con lágrimas sinceras o de cocodrilo, el mundo llora a un Papa que puso en el centro de su discurso la defensa de los pobres, los migrantes y los marginados. Con entusiasmo, Sant Jordi volvió a ser la gran fiesta. Miles de personas se lanzaron a las calles al encuentro de escritores y a la búsqueda de un libro. La coincidencia de ambos acontecimientos preñó el ambiente de cierta espiritualidad o, como mínimo, de la ilusión de sentirnos mejores. Los valores siguen ahí. Reconocemos la lectura —y, por tanto, el conocimiento— como un hábito positivo, así como la capacidad de sentir y conmoverse ante el sufrimiento ajeno. Si el lamento por un hombre que defendió la bondad y la alegría por la cultura compartida mueven mayorías, ¿por qué estamos dejando que el mal gane la partida?

Triunfa la ignorancia de los bulos. Ganan adeptos las teorías de la conspiración más absurdas y necias. El humanismo se resquebraja ante la continua exhibición política de la humillación, la indignidad y la banalización del dolor ajeno. Trump, Netanyahu, Bukele y compañía despojan el lenguaje de toda humanidad. Si hay que pisotear al débil, se baila sobre él. El desprecio a la verdad también encuentra acomodo entre nosotros. Basta leer el último auto de la jueza Nuria Ruiz Tobarra para que los intentos de Mazón de cargar las consecuencias terribles de la dana al Gobierno de Sánchez resulten aún más penosos, la más siniestra de las burlas. ¿Es esto lo que queremos?

Los matones se pasean ufanos, escupen y amenazan, mientras muy pocos se atreven a plantar cara. Predomina la sensación de indefensión y la tentación de mirar hacia otro lado. Quizá falta valor. Pero, sobre todo, faltan palabras que resquebrajen el miedo y aporten esperanza. ¿Por qué a la izquierda le cuesta tanto encontrarlas? Hay un poso de sentimientos, deseos y valores que, quiero pensar, son mayoritarios. La admiración por la justicia, la bondad y el conocimiento está ahí. Falta defenderlos, falta argumentarlos y, sobre todo, dotarlos de atractivo.

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