Opinión | Un minuto

Vías para usar y retirar

Construir vías ferroviarias siempre me ha parecido un empeño arduo. Hay que afectar, y en algunos casos expropiar, un terreno, nivelarlo, colocar el soporte pétreo, los raíles, etc.; todo eso antes de que sobre esas vías circule el tren en cuestión. Y no menos peliagudo es quitar esas vías cuando ha sido desafectado dicho ferrocarril.

Ahora recuerdo dos casos: un tramo que iba de la estación de Toledo hacia Mocejón; y el del tren burra, como llamábamos popularmente en Valladolid al tren de vía estrecha que unía el final del canal de Castilla, a donde llegaban cargamentos de trigo de la Tierra de Campos en barcazas; trenecillo que tras recorrer parte de la ciudad rodeando la Academia de Caballería, acababa en la estación de la Renfe donde ya se enlazaba con la red nacional, desde donde se distribuía el trigo hacia las harineras del país. Aún me parece estar viendo y oyendo al operario que acodado en la máquina tocaba una trompetilla avisando la irrupción del tren burra por ciertas calles, y se bajaba para cortar el tráfico al llegar al paseo de Zorrilla.

Años después hubo que quitar las vías que eran un incordio, sobre todo para los ciclistas en una ciudad tan llana que facilita el uso de la bicicleta. Yo mismo iba al colegio en bici.

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