Opinión | La pelota no se mancha

Gilsanz o cómo desvirtuar una decisión

Gilsanz o cómo desvirtuar la decisión

Gilsanz o cómo desvirtuar la decisión

Las decisiones no son solo decisiones. Además de tomarlas, hay que decidir cómo, cuándo, qué sensación se transmite con cada paso, cómo comunicarlas. Timing, relato. El Deportivo anda cavilando si le otorga el banquillo del estadio de Riazor una temporada más a Óscar Gilsanz. La fumata blanca de Roma llegará primero, es lo que dicen todas las señales desde Abegondo. Por descontado que el club y su consejo de administración son libres de tomar cualquier decisión, también el deportivismo de reaccionar ante ella. Siempre hay alguien que puede mejorar a su predecesor, por mucha leyenda que sea o ADN que luzca. El mejor ejemplo ha sido Hansi Flick en el Barcelona tras la salida con rasguños de Xavi Hernández. El valor está también en quién sea el sucesor. Un detalle en el que muchas veces no se repara.

El club tiene todo el derecho a que siga o no, pero dilatar la resolución solo hará que sufra un mayor desgaste

Son innegables también los méritos del técnico de Betanzos para asentarse en un cargo al que llegó con sapiencia y casi de casualidad. Él siempre ha estado por ahí y no ha dejado de trabajar. En la antípodas del marketing, es la viva imagen de esas revoluciones tranquilas, amables, sedosas y firmes que apenas se notan hasta que, de repente, un día reparas en que tienes un equipo con todas las letras delante de ti. No quería tocar nada, allá por el mes de noviembre, y lo fue cambiando todo para que este Dépor se parezca al de Idiakez, pero a la vez sea totalmente diferente. Es parte de su sello, como cuando convirtió al Fabril en mucho más que un filial, como cuando hizo del Juvenil A el campeón inopinado en Marbella. El zurrón de los puntos también le respalda, está bien lleno (43, ritmo de ascenso). Supo subirse en marcha a un proyecto en riesgo de descenso, con una estrella de salida y con los grandes equipos europeos calentándole la cabeza a su gran promesa. Material inflamable. Es, además, de la casa y mentor de gran parte de las joyas que macera el Dépor en Abegondo. ¿Apostar por él no sería también la mejor manera de demostrar que el club coruñés es por fin una entidad de cantera?

Mientras el Dépor deshoja la margarita y sale a mirar por la ventana a ver qué hay en los jardines ajenos, la decisión corre el riesgo de perder valor. ¿Alguien se cree que el club no tiene a estas alturas una idea formada de si Óscar Gilsanz es el idóneo para seguir en su banquillo? Si no lo ven capacitado o quieren ir por otro camino, es mejor no dejar pudrir la decisión ni dejar que se deteriore la manera de despedir a un entrenador que es historia reciente de este club. Si realmente el Dépor considera que es el adecuado y cree que aún no debe dar el paso, el transcurrir de los días destila que la decisión se ha tomado sin todo el convencimiento posible o que el protagonista ya llega desgastado a la próxima liga. Es el eterno retorno deportivista de las dos últimas décadas, donde muchas veces ha empezado a autodestruirse por las urgencias de volver al fútbol profesional y por la inestabilidad de su banquillo. Nadie niega la volatilidad del fútbol actual, pero entre eso y ser una trituradora constante, hay un punto intermedio que este club debería darse la oportunidad de explorar.

No va a ser el caso por el timing que se maneja en Abegondo, pero el Dépor debería tomar una decisión ya y, ante todo, afrontarla. Dar la sensación de llevar fuerte las riendas, de que se anticipa a las situaciones, de que controla el escenario y el relato, no de que acaba eligiendo porque se le agotan los opciones o porque es la carta que más le convence de una baraja amplia. Dudas. Es muy probable que no sea así, pero también es importante no dejar espacio para las vacilaciones porque pronto se comen los proyectos con alguna hendidura por la que abrirlos en canal.

Yeremay y el final de liga

A nadie le amarga un partido como ese 5-1 ante el Albacete. Los primeros compases ya dejaban traslucir que era el primer duelo postemporada, olía a Teresa Herrera. A veces es imposible abstraerse de esos ambientes un tanto inconscientes que acaban impregnándolo todo. Más de uno cayó en una trampa inevitable. No así Yeremay Hernández, que desearía que nunca se terminase la temporada en la que no ha dejado de crecer, que le ha cambiado la vida.

Esa facilidad que tiene para deshacerse de rivales en el campo, para romper su propio techo continuamente, mientras se inventa caños y goles, ejemplifica que lleva unos meses jugando contra sí mismo, contra sus límites. Y casi siempre consigue sobrepasarlos, una adrenalina de la que le es imposible separarse y le hace querer más y más. Eso que siente el canario es la mejor fórmula para que el Dépor siga siendo un equipo competitivo hasta final de liga. Ha construido mucho en esta segunda vuelta, debe continuar haciéndolo. También es la mejor receta para que Gilsanz termine de convencer a sus jefes, aunque en realidad hay un momento en el que ya es creer o no creer.

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Una mirada pausada, un repaso a la semana en clave Deportivo y deporte coruñés

Me apunto

Mientras el Dépor decide qué equipo quiere ser o qué equipo le permiten ser en este mes de Segunda que le queda, Yeremay no va a parar antes de un verano de decisiones, de ofertas y de una encrucijada en la que lo más probable es que se desvíe del camino que le marca el club coruñés. El Dépor es a día de hoy una entidad saneada, sin deuda, con dinero en caja... Solo necesita estar en Primera cuanto antes para redondear e impulsar todo lo que se cuece en Abegondo. Con el canario será más fácil el salto, pero es que el 10 hace tiempo que es un jugador de otra categoría.

Esa fortaleza económica hace que no le tiemble el pulso para volver a remitirse a una cláusula de rescisión que fue elevada el pasado mes de enero. Si tiene ese asidero el Deportivo, es porque gestionó bien, está mejor cubierto. El único asterisco a esta situación es arriesgarse o no a un cierre de mercado en el que se puede quedar absolutamente desguarnecido y sin plan b con un adiós sobre la hora. Ahí es donde debe calibrar: o aceptar el órdago hasta el final o proyectar una salida ordenada y buscar a los mejores reemplazos posibles con dinero fresco y tiempo. No será una decisión sencilla, Yeremay también tomará la palabra.

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