Opinión

Con la música a otra parte

Nunca sabes dónde puede saltar la liebre. Es verdad que funcionamos tan de carril y tan anestesiados con la desgracia ajena que tenemos bajo mínimos la capacidad de sorprendernos. O de indignarnos. Pero no perdamos la esperanza. A mí, por ejemplo, me pegó el otro día un latigazo. Era el tercer lunes negro. Recordemos: primero, muerte del Papa; segundo, el gran apagón; tercero, sabotaje (o no) en el AVE. Estaban Àngels Barceló y Bob Pop hablando por la radio cuando llamó el prototipo de oyente bienintencionado, sugiriéndole a Bob que emulara a su tocayo, Bob Geldorf, el que organizó aquellos multitudinarios conciertos Live Aid, de ayuda a África, en los años 80. Le pidió que se animara a montar algo parecido para ayudar a los pobres palestinos de Gaza, apelando a los contactos que tiene en el mundo de la música. Pero la respuesta de Bob huyó del manual de los lugares comunes; hace tiempo que va en silla de ruedas, pero estoy seguro de que hubiera saltado como un resorte para proclamar su amarga impotencia: «Me sentiría ridículo haciendo algo así desde el aire acondicionado de mi casa y el calorcito —dijo—, me daría vergüenza porque no estamos allí, porque no hemos actuado a tiempo. Yo no puedo limpiar mi conciencia con esto».

No es que el bueno de Bob le echara la bronca al pobre oyente, no es eso; solo que él, que lleva por bandera la alegría y un cierto cachondeo vital a prueba de bombas –o de enfermedades– se puso serio para resumir lo que muchos sentimos: que estamos indignados, sí, y enrabietados con el genocidio que se está cometiendo en Palestina, pero tampoco podemos —o queremos— hacer mucho más.

Tiene guasa que estemos ahora, precisamente, conmemorando los 80 años de la derrota de uno de los grandes genocidas de la historia, como fue Hitler. Y si a alguien le incomoda el paralelismo, pues ya lo siento, pero no encuentro otra palabra para definir lo que están haciendo Netanyahu y quienes le siguen en esta locura. Así que tiene razón Bob, esto no se para con conciertos, pero al menos que podamos recordar a quienes mandan en el mundo que es una puñetera vergüenza.

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