Opinión
Trump, marcha atrás
El lunes me preguntaba si el mundo —la realidad económica— estaba empezando a domar a Trump y a sus aberrantes tarifas arancelarias del 2 de abril, «el día de la liberación». Y tras dos días de encuentros en Suiza, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, han anunciado que «en un clima de respeto mutuo» ambos países han acordado abrir una negociación y suspender durante 90 días las tarifas de EEUU de un 145% a las exportaciones chinas y las chinas del 125% a las americanas. Y como la guerra comercial fue iniciada con gran pompa por Trump, queda claro que el presidente MAGA ha dado marcha atrás.
¿Qué sentido tiene haber multiplicado ostentosamente los aranceles a China para dejarlos ahora —al menos de momento— casi igual que como estaban antes? Ninguno. La realidad ha domado al indomable cuando las grandes cadenas Walmart y Target advirtieron al presidente que sus comercios tendrían graves problemas de abastecimiento por falta de productos chinos y los precios tenderían al alza.
Y Scott Bessent, que ya había convencido a Trump, tras el fuerte castigo al dólar de los mercados, de suspender por 90 días las llamadas «tarifas recíprocas» a muchos países y de no cesar —como había fanfarroneado— al presidente de la Reserva Federal antes del fin de su mandato, ha vuelto a hacer de bombero. Trump es arbitrario y megalómano, pero tiene a su lado un pragmático financiero —que sabe quién es el jefe— y que ha dicho sin inmutarse que la culpa de la guerra comercial con China es de Biden. ¡Vale!
Nos tendremos que acostumbrar a la tensión entre China (el poder ascendente) y Estados Unidos (hasta ahora el hegemónico). ¿Quién dominará el futuro? ¿Cuál avanzará más rápido en la inteligencia artificial, lo que tendrá múltiples consecuencias? ¿Qué pasará con Taiwán? Pero es positivo que las tensiones no degeneren en una hostilidad total que dañe la economía de los dos países y la del resto del mundo y pueda incluso llevar a choques militares.
Pero si el gran el objetivo era contener a China, ¿por qué una guerra comercial también con Japón, la UE y otros? Hay una gran obsesión nacionalista–proteccionista en los mensajes de Trump que hace que, pese a que tras el acuerdo de Suiza los mercados han reaccionado al alza, la preocupación siga viva. Trump hace marcha atrás en sus maximalistas y equivocadas ambiciones, pero…
Quizás el error de Trump tenga una explicación. Creía que un trato favorable a Putin en Ucrania acercaría Rusia a Estados Unidos y China quedaría aislada. Y Europa tragaría porque necesita a América para protegerse. Pero Putin quería más de lo que Trump ha podido ofrecerle, porque Zelenski y Europa (con Gran Bretaña) han aguantado. Y los mercados se han rebelado ante un presidente desconcertante.
Trump hace marcha atrás y quizás esté rectificando, pero el mundo ya es otro. América es menos previsible y Europa —aunque tendrá costes— no puede seguir externalizándole su seguridad como desde la creación de la OTAN, en 1949.
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