Opinión | Solo será un minuto

El fracaso de los éxitos

No me caen bien los superhéroes. Siempre ganan. Y, además, destruyen todo el entorno para salir victoriosos. Tampoco empatizo con esos justicieros que convierten la venganza en un deporte sangriento donde se pierde la perspectiva del duelo por las víctimas y se busca solo una reparación destructora para disfrute de un cierto tipo de audiencia sedienta de sangre malvada.

Me aburren profundamente los equipos de fútbol que lo ganan casi todo y acaban siendo en algunos casos extremos una guardería de estrellitas arrogantes e irrespetuosas, sembrando entre el público filias y fobias que nada tienen que ver con el deporte. Ni siquiera con el espectáculo. De hecho, mi escaso nivel de complicidad con unos colores se reserva para un equipo que colecciona más fracasos que éxitos. Eso sí: el triunfo más nimio es mucho más disfrutable que las grandes gestas de los clubs alimentados con toneladas de pasta gansa.

Y de política ya ni hablamos: qué pereza estos shows de gente exultante que aplaude y aplaude y se aplaude con sonrisas enormes con aspecto de máscara: todos sabemos que tarde o temprano unos cuantos las sustituirán por muecas de desdén hacia quienes votaron sus falsas promesas. No quiero parecer un cultivador de frases edificantes y con sabor a moralina recién cortada, pero las victorias que vale la pena reseñar y admirar suelen llegar en silencio y a la vista de muy pocos espectadores. Tal vez de ninguno. Son pequeñas victorias en el campo de juego de las penurias, con los árbitros en contra y en terrenos a menudo impracticables.

Triunfos sin fanfarrias de quienes acuden al rescate de gente en apuros, y ahí cabe el coraje de los profesionales que combaten contra los zarpazos de la fatalidad en forma de enfermedades, accidentes o demoliciones íntimas, pero también el sacrificio impagable de padres que renuncian a todo por unos hijos o de hijas (en femenino porque son ganadoras absolutas en esa entrega) que cuidan de sus mayores como ellos hicieron antes. Héroes sin medalla, campeones sin trofeos, justicieros justos.

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