Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Leer, leer y leer

Tengo la suerte hoy de participar en el encuentro de clubs de lectura de los centros educativos de Galicia, en Santiago. Lo haré contando una experiencia sencilla y humilde, llevada a cabo en cuatro institutos de nuestro entorno — IES Agra do Orzán, CPI de Atios (Valdoviño), IES Concepción Arenal (Ferrol) y el IES de Carral—, que creo que puede aportar un pequeño granito de arena en promover los hábitos lectores de los que hoy son estudiantes, pero que mañana serán adultos. Se trata de un club de lectura científica, donde el alumnado accede a contenidos que tienen que ver con el currículum formal de las diferentes asignaturas de ciencias, pero de una forma mucho más transversal. Algo que, como les digo, ha involucrado en estos últimos años a profesorado de diferentes disciplinas y alumnado diverso, de la ESO y del Bachillerato, y que creo merece la pena ser contado.

Obviamente, quien se acerca a un club de lectura ya viene convencido de casa. Son pocos, aunque los hay, los casos de niños, niñas y jóvenes que no tenían ningún interés por la lectura y que, como consecuencia de su participación, empiezan a disfrutar con la misma. Siendo realistas, aquellos que se nos acercan son, para empezar, grandes lectores. Es verdad que quizá no se hayan centrado en el tipo de obras que les proponemos en este tipo de actividad, pero de partida ya leían. Y es que, sobre todo, detecto una gran polarización en la juventud entre los que leen —pocos, pero muy fieles a tal actividad—, y una mayoría para la que abordar algo más largo que un párrafo es un verdadero calvario.

Creo, sin embargo, que sólo en la perseverancia y en la persistencia está la consecución de resultados, en la línea de sumar más efectivos a la nómina de los lectores y las lectoras. Promocionando la lectura, haciéndola atractiva venciendo la pereza y la inercia y proponiendo constantemente obras, autores, temáticas y toda suerte de posibilidades vinculadas al libro y su mundo. Mucho más allá del best seller que se introduce fácilmente en los grandes circuitos de consumo, que tampoco está mal, pero que muchas veces no llega a los aspectos que más le pueden interesar a personas con otro tipo de expectativas. O a las que, directamente, no tienen expectativas porque no saben aún qué se pueden encontrar en la escrita. Yo siempre digo, para motivar a la lectura, que todo está escrito ya, que siempre hay algún autor o autora que se interesó por los mismos temas que a uno le puedan apasionar, y que ha dejado plasmado su punto de vista. Y es que renunciar a los libros es hacerlo a todo lo que nos ha precedido en este mundo, lo cual no deja de ser pretencioso y necio. Uno podrá sentirse el ombligo de la creación a sus quince, veinte o veinticinco años, pero eso no es eximente para poder llegar a entender que ya en el siglo cuarto o tercero antes de Cristo ya había personas que ni vivían en blanco y negro ni renunciaban a pensar sobre todo aquello que ahora nos pueda llamar la atención. Y cuyas pulsiones, intereses, preocupaciones y puntos de vista pueden coincidir con los nuestros, a pesar de la enorme brecha tecnológica y de muchos más tipos, en un grado mucho más alto de lo que podamos pensar.

Si uno lee, el hábito de leer le acompañará toda su vida. Y le ocurrirá como con el deporte: la vida con ejercicio físico no es la misma vida, mejorada. Es netamente distinta, abriendo posibilidades muy distintas para el cuerpo y la mente, que están entonces en otro estadio diferente. Pues lo mismo ocurre con la lectura: si uno incorpora a su propia vida la sensibilidad, la sabiduría, las sensaciones y los aprendizajes de generaciones y generaciones, mejora de tal manera en su percepción de lo que le rodea, que puede decirse que podrá entender mejor su contexto. Y, apuntaría yo, tiene también más boletos para la felicidad, aunque se diga con frecuencia que mejor no saber mucho de las cosas para no hundirse definitivamente No. Yo abogo por esa conexión con los demás a partir de las letras, particularmente en el campo de la literatura científica. Y es que una buena diagnosis es siempre el primero paso para la acción, de cualquier tipo.

Deberíamos revisar eso tan poco afortunado de ser «de ciencias» o «de letras». Reivindico una amalgama de todo ello. Y creo tanto en que el discurso es imprescindible para comunicar la ciencia, que entiendo que la transversalidad tan importante hoy en el hecho científico ha de incorporar una visión mucho más ligada con las letras, la literatura, el arte y, como no, la pasión por la lectura.

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