Opinión | 360 grados
El suicidio industrial de Alemania
A pesar de lo que algunos han calificado de suicidio industrial de Alemania por el precio que paga por su energía tras la voladura de los gasoductos del Báltico, el canciller Friedrich Merz se opone a su reactivación.
Según el Financial Times, el político cristianodemócrata está apoyando «activamente» una propuesta de la UE destinada a evitar posibles intentos de algunos empresarios de Rusia y EEUU para ponerlos de nuevo en servicio.
El diario británico informó recientemente de la existencia de un plan de empresarios privados de ambos países para lograr que el gas ruso llegue de nuevo a Alemania, lo cual motivó el que Merz decidiera sumarse a ese plan europeo, parte del decimoséptimo paquete de sanciones contra la Rusia de Putin.
Según el FT, esas sanciones permiten a la coalición con los socialdemócratas que preside Merz «europeizar» el eventual destino de esos gasoductos en lugar de que Alemania tenga que hacer frente sola a las eventuales presiones privadas ruso-estadounidenses para su reactivación.
Los gasoductos Nord Stream, por el primero de los cuales llegaba energía barata a Alemania desde Rusia a través del Báltico —el segundo nunca entró en funcionamiento— simbolizaron durante años los estrechos lazos económicos entre Alemania y Rusia, de los que los políticos alemanes no quieren ahora saber nada.
Antes incluso de que Rusia invadiera Ucrania como reacción al golpe prooccidental en Kiev, Estados Unidos y sus aliados del este de Europa como Polonia y los Bálticos denunciaron la que consideraban excesiva dependencia alemana de la energía rusa.
El anterior presidente de EEUU, el demócrata Joe Biden, aseguró en 2022 en conversaciones con los periodistas que se haría algo con los gasoductos en el caso de que Rusia invadiera el país vecino, algo que finalmente ocurrió.
Los gasoductos fueron destruidos el 26 de septiembre de aquel mismo año en un claro sabotaje sobre cuya autoría sigue reinando el más absoluto silencio oficial aunque el periodista estadounidense Seymour Hersh lo atribuyese en un documentado reportaje a una acción militar norteamericana con ayuda de Noruega (1).
El anterior canciller federal alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, no hizo nada por que se hicieran públicas las investigaciones submarinas llevadas a cabo por los países ribereños del Báltico y hasta ahora ocultadas a la opinión pública.
La posibilidad de que un país de la propia OTAN hubiese sido responsable de un atentado de tal envergadura e impacto medioambiental contra una infraestructura de propiedad mixta alemana y rusa pareció asustar a Berlín, que optó por el silencio.
Actualmente solo el partido ultranacionalista Alternativa para Alemania, el segundo más votado después del cristianodemócrata, además de la izquierdista Alianza Sahra Wagenknecht, que no está en el Parlamento federal, defienden la reactivación de los gasoductos para que la energía vuelva a llegar abundante y barata al país.
También el 49 por ciento de los habitantes del land (Estado federal) de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, donde está la terminal alemana del gasoducto, se declaran partidarios de su nueva entrada en servicio. Pero ¿qué cuentan hoy en tales casos los ciudadanos?
(1) Seymour Hersh: Así eliminó Estados Unidos los gasoductos del Nordstream.
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