Opinión | Artículos de broma

Obras de misericordia

Si está en esa soledad no deseada de la que se acuerdan cada tanto en el Congreso y quiere ponerle remedio, tome un libro, salga a la calle y póngase a leerlo en la terraza de un bar o en el banco de un parque. Verá cómo le abren conversación totales desconocidos, conocidos remotos o algún pariente en segundo grado que se dará cuenta de que lee porque no tiene nada mejor que hacer con nadie mejor que usted. Alguien que abre un libro al aire libre está tan solo que ni siquiera tiene a nadie al otro lado del móvil mandándole memes, tiktoks o instas.

Ahí entra la nueva obra de misericordia que no está en el Evangelio de Mateo porque en aquel tiempo en que Jesús decía a sus discípulos eran casi todos analfabetos. En la versión actualizada de la descripción del Juicio final a los versículos de «tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel fueron a verme», Mateo añadiría «leyendo y me dieron conversación».

Está en la naturaleza de la especie incordiar y contrariar. Recuerdo las veces que en la infancia perdía la mirada y me distraía de todo en un espacio de placidez y silencio durante periodos de tiempo que nunca supe cuánto podían durar porque en seguida venía alguien a pasarme la mano por delante de los ojos para romperme el descanso a la voz de «espabila, pasmao». Ahora sabemos que es bueno para el cerebro, que lo necesita, que eso es la meditación —quedar en blanco— y que se pagan miles de euros por ese blanqueamiento temporal de la consciencia. Pero «tuve sueño y me dejaron dormir» no está en las obras de misericordia y eso ha calado en nuestra civilización hasta llevarnos a «no tuve sueño y me recetaron» como acto médico.

Si se siente solo, salga a leer. Dejará de estarlo y oirá la conversación de alguien que cree que sus comentarios a bote pronto o al buen tuntún mejoran lo que alguien ha pensado, escrito y dado a publicar. Lea en público y tendrá conversación asegurada aunque no se puede garantizar que sea la mejor. Un libro ayuda a rajar.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents