Opinión | 360 grados

Guerra en todos los frentes

El genocida primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no se anda con chiquitas en materia de guerras: su país combate simultáneamente en siete frentes. Masacre cotidiana y a todas horas en Gaza, destrucción y muerte en la Cisjordania ocupada, guerra contra el Líbano, ataques en la nueva Siria, bombas sobre el Yemen, Irak y, por si faltaba algo, ahora Irán.

A Bibi, como llaman cariñosamente algunos a ese criminal de guerra, no parece faltarle nada: ni dinero ni las armas más letales para todas esas guerras y las que hagan falta.

El lobby israelí en Estados Unidos es tan poderoso como generoso, algo de lo que pueden dar fe no sólo el presidente Donald Trump sino numerosos miembros del Congreso y el Senado, cuyas campañas electorales aquel financia. A todo lo cual se suma el apoyo militar y diplomático de los gobiernos europeos como el francés o el alemán, que no sólo defienden el derecho del Estado sionista a la existencia, sino que con tan peregrino argumento justifican el genocidio.

No debe pues extrañar que todos esos gobiernos, en lugar de condenar en los términos más duros el ataque no provocado de Israel a Irán, exigieran contención al apaleado.

Le dijeron, esto es, que no se le ocurriera responder con las mismas armas al ataque que llevaron a cabo los sionistas con nocturnidad y alevosía, aprovechando que Irán estaba distraído con Washington.

Israel justifica su ataque, que califica de preventivo, acogiéndose al artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, que establece el derecho de un país a la legítima defensa, pero Irán no atacó a Israel sino que estaba en ese momento negociando con Washington.

No es ningún secreto que Irán desarrolla desde hace tiempo un programa nuclear en principio de tipo civil, algo a lo que tiene pleno derecho porque además coopera con la Agencia Internacional de la Energía Atómica.

Algo que no cabe decir de Israel, potencia nuclear militar aunque jamás lo haya reconocido oficialmente, y que ni respeta la Carta de la ONU ni el derecho internacional, sino que se burla impunemente de ambos

El jefe del Ejército israelí, Eyal Zamir, afirmó tras el ataque que no hay ya vuelta atrás o, como decían los latinos, «alea jacta est» (la suerte está echada).

Quien a partir de ahora trate de interponerse en el camino de Israel soportará un precio muy elevado, dijo Zamir.

Pero, después de lo sucedido, ¿qué aliciente tiene Teherán para volver a sentarse a la mesa a negociar con Estados Unidos?

¿No sería más lógico que siguiese, si es que puede tras el masivo ataque sufrido y con todavía mayor ahínco su programa nuclear tras comprobar que el arma atómica es su única garantía? Nadie podría ya reprochárselo.

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