Opinión | El trasluz

Cagarse en todo

Dos amigos comparten una cena.

Dos amigos comparten una cena. / ShutterStock

Tengo un amigo feo con el que ceno de vez en cuando. El otro día mencionó por primera vez en muchos años su problema.

-A mí me gustaría ser conformista -dijo-, pero mi fealdad no me lo permite. Me he convertido en un disidente a mi pesar.

-Pero tú estás integrado en el sistema -apunté yo-. Te casaste, tuviste hijos, trabajas en una compañía de seguros... No veo la disidencia por ninguna parte.

-A ver -añadió-, durante los años de la juventud logré pasar mi fealdad por una forma de exotismo. De ahí que lograra enamorar a una mujer y alcanzar ciertos éxitos profesionales. Mi labia combinaba bien con mi singularidad física. Pero el paso del tiempo me ha quitado la máscara. Ahora he vuelto a ser, como de niño, un tipo simplemente feo, muy feo, no lo niegues.

Observé la descolocación de sus ojos respecto de su nariz, así como el exceso cárnico de su labio inferior y tuve que admitir para mí mismo que no resultaba atractivo.

-Para mí eres extraño -mentí-, y la extrañeza es una categoría distinta.

-Dilo como quieras. El caso es que a mis hijos les da vergüenza traer a sus amigos a casa y mi mujer se niega delicadamente a que salgamos de compras juntos. En cuanto al trabajo, percibo que los clientes comienzan a evitarme. A los mismos que antes les encantaba tomarse una copa conmigo, les produzco ahora cierta lástima. Creo que me van a retirar del trato con el público porque empiezo a producir más miedo que comicidad.

Me pregunté cuál era la línea que separaba lo genial de lo grotesco y tuve que admitir para mis adentros que mi amigo la había traspasado. Había sido un niño feo, un joven, digamos, pintoresco, y finalmente un maduro desagradable.

-¿Y bien? -concluí.

-Pues lo que te he dicho. La vida me ha convertido en un disidente.

-¿Y en qué se traduce eso? -pregunté-.

-Se traduce en que me cago en todo. Veo a un político por la tele y me cago en él, veo a un escritor y me cago en él, veo a una actriz y me cago en ella. Me cago en todo. Pero que quede entre nosotros.

-Vale -admití-, y dejé que pagara la cuenta.

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