Opinión | Solo será un minuto

Lo que sé de la telepatía

La telepatía no es una habilidad que solo aparezca en novelas de Stephen King o en películas de superhéroes. Existe en la vida cotidiana de quienes practican la noble diversión de la buena lectura. Y así ha sido desde que el ser humano encontró una vía para leer los pensamientos de los demás, un recurso al alcance de todos para llegar a los más recónditos lugares de la mente de gente que quizá se fue de este mundo hace siglos. Gente que nunca llegó a imaginar que algún día sus palabras escritas llegarían a personas desconocidas en mundos muy distintos y distantes. Palabras que nos sirven (como sirvieron y como servirán en el futuro) para entender un poco mejor el guirigay al que hemos sido lanzados sin pedirnos permiso, y para entender más nuestras propias circunstancias, con su carga profunda de extrañezas, desconciertos, temores y todo lo que se te ocurra plantear en el gran misterio de la vida.

Seres que se tomaron muy en serio el arte de contar historias o sumar indagaciones en el pensamiento para tratar de lanzar algo de luz en los paisajes por los que vagamos sin brújula en tantas ocasiones, cautivos de fracasos y desengaños o rehenes de la felicidad furtiva y el sosiego que impone leyes no siempre justas.

La lectura nos permite dialogar con fantasmas que entienden nuestras razones aunque no sepan de nuestra existencia. Y si el interlocutor aún vive y sigue publicando, la satisfacción es aún mayor porque sabemos que esos autores con los que conectamos nos podrán regalar intensas conversaciones sobre miedos e inquietudes, certezas e incomprensiones. No es charlatanería, no es hablar por hablar, no es hacer oídos sordos: cuando lees algo que te atraviesa la coraza y te abre los ojos tienes la sensación de estar compartiendo tiempo y espacio con alguien afín que puede convertirse en confidente en quien confiar, o refugio donde protegerse de los tormentos o un hombro donde acariciar un consuelo.

Los libros pueden ser espejos a los que asomarse o ventanas donde reflejarse, y en los dos casos te leen el pensamiento.

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