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Opinión | Nuestro mundo es el mundo

Gaza lo marca todo

Hace semanas que sube la ola de protestas contra la destrucción de Gaza. Es un fenómeno mundial, no una cortina de humo socialista. La ONU ha dicho que es un genocidio. Coincidiendo con su asamblea general, cuatro países occidentales de peso —Francia, Gran Bretaña, Australia y Canadá— han reconocido al Estado palestino. Y en este marco Felipe VI condenó con extrema dureza la masacre de Gaza.

La última locura de Israel —bombardeando Catar para matar a los negociadores de Hamás que estaban allí, con visto bueno de Washington, para negociar la liberación de los rehenes— ha superado los límites del propio presidente americano. A Trump ya le iba bien que Netanyahu castigara con fuerza a Hamás tras los asesinatos y secuestros de octubre de 2023, pero no que hiciera arder todo Oriente Medio y arruinara los acuerdos de Abraham, con los que aspira a normalizar la relación entre Israel y los países árabes para que la economía (y el business) fructifique. De ahí su plan de paz de 20 puntos que hizo tragar a Netanyahu, con la humillación añadida de obligarle a llamar a Catar y pedir disculpas por el bombardeo.

El plan de paz de Trump tiene muchas incógnitas, pero —si Hamás lo acepta y Netanyahu lo cumple— es el único posible porque solo el presidente americano puede parar los pies a Israel. Y la alternativa es que «Netanyahu acabe su tarea». Por eso Europa lo apoya y los países árabes han presionado con fuerza a Hamás para que lo aceptara. Y está empezando a funcionar. El viernes noche Hamás dijo que estaba dispuesto a liberar a los rehenes y negociar después otras cosas, Trump se dio por satisfecho, dijo que Hamás quería la paz y ha añadido que Israel debía parar inmediatamente los ataques sobre Gaza. ¿Olisquea ya Trump su Nobel de la Paz?

Lo cierto es que la entente Trump-Catar-monarquías del Golfo ha torcido la mano a Netanyahu, ha derrotado a Hamás y ha dado un paso adelante. Pero ante el conflicto palestino —recordemos los famosos acuerdos de Oslo— toda prudencia es poca.

En España, Sánchez lo apoya porque es lo menos malo y Feijóo porque el PP europeo lo ve la única salida. Pero no les gusta coincidir. Sánchez no quiere distanciarse más de Yolanda Díaz, que hace más de militante radical que de vicepresidenta. Y Feijóo teme que cualquier acuerdo con Sánchez haga subir a Vox. Ambos se equivocan, pero son así. Y España cuenta menos.

E Israel ha capturado a la flotilla que pretendía repartir víveres a Gaza. ¿Qué peor operación de relaciones públicas que usar la fuerza contra los tripulantes de unos barcos con ayuda humanitaria? Claro, la indignación se ha disparado: «Llevo ya cuatro meses viendo cada día el genocidio en televisión sin poder hacer nada, ahora iré a cortar la Gran Via, o la Ronda, es lo único en que puedo ayudar», oigo por la radio a la dirigente de un sindicato estudiantil.

¿Adquirirá esta protesta el nivel de las movilizaciones contra la guerra de Irak? Hasta ahora las perturbaciones más fuertes —huelga general incluida— han ocurrido en la Italia de Meloni. Pero si Israel para en sus ataques pueden perder intensidad. Las emociones cuentan e Israel, con su actuación despiadada contra Gaza, se ha ganado una gran repulsa. Un genocidio aún es peor si es televisado.

Todo cuenta. El decreto de embargo a Israel lo tenía muy difícil la próxima semana en el Congreso. Lo sigue teniendo, pero menos. El gran obstáculo era Junts. Iba a votar en contra porque —mientras la amnistía no alcance a Puigdemont— ni quiere respaldar al Gobierno, ni desea distanciarse de Israel. Y el jueves por la mañana —junto al PP y Vox— votó contra la suspensión de la sesión del Parlament para protestar por la detención en la flotilla de Pilar Castillejo, diputada de la CUP. Pero Waterloo reflexionó: lo de las 37,5 horas vale, pero nada de significarse en contra de una oleada de indignación humanitaria. Por la tarde, Míriam Nogueras, el teléfono de Puigdemont en Madrid, aseguró que Junts votaría el embargo.

Pero el decreto aún está en el aire porque Sánchez sigue sin una mayoría con un mínimo de coherencia. Feijóo quizás ahora se decida a marcar territorio y se adelante a Ayuso que ha ridiculizado la flotilla cuando la calle la aplaudía. Sea como sea, Gaza seguirá marcando todo. No solo en España.

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