Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Es el clima, amigos…

Les saludo después de haber celebrado ayer profusamente el Día Internacional de los Calvos. O, de una manera un poco menos naif, en el medio de la Semana de la Dieta Vegetariana. ¿Quieren más? Pues también les podría decir que la jornada pasada estuvo dedicada también al algodón, en su Día Mundial. Y que ese mismo 7 de octubre, el Rosario en Coruña, se celebra en determinados ámbitos sindicales la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. O el Día Internacional de la Neuralgia Trigeminal, que a las personas afectadas les complica sobremanera la vida… Y hoy hay más: ¿sabían ustedes que el 8 de octubre, hoy, está dedicado a conmemorar el Día Mundial del Síndrome de Allan-Herndon-Dudley, afección genética ligada al cromosoma X, una enfermedad que afecta a uno de cada 70.000 varones? ¿O que, alternativamente, pueden ustedes glosar las virtudes del pulpo en su Día Internacional, que también se celebra hoy? Pues tengan en cuenta que, si prefieren ustedes descolgarse por esta otra vía, es una jornada en el que también podrán apuntarse a la conmemoración del Día de la Podología, que coincide en este día… En fin, ya lo ven, diferentes fechas señaladas, auspiciadas, fomentadas y reconocidas a diferentes niveles y por organismos de diferente prestigio, visibilidad y autoridad, que nos sirven sobre todo para mantener viva la llama de ciertas causas que es preciso visibilizar y tener muy en cuenta. Y sí, estas conviven con otras de tinte mucho más lúdico o ligadas a aspectos menos críticos para las personas, como habrán visto, pero que también forman parte de nuestro acervo como sociedad… Un reflejo de todo aquello que nos importa, e incluso de lo que debería importarnos, pero que tantas veces permanece oculto si no se pregona a los cuatro vientos… ¿No les parece así? Y es que hoy, si no se cuentan las cosas, van quedando ocultas tras capas y capas de otras cuestiones…

Me preocupa que el clima, con diferentes aspectos asociados que tienen también más de una cita en el calendario al máximo nivel, deje de estar algún día en el candelero de lo que más le interesa a la sociedad. Lo digo porque quizá perciba cierto cansancio en una parte de la misma cuando se alude a lo que vendrá en un futuro o incluso a la constatación de lo que ocurre ya de forma fehaciente en nuestros días. Muchas personas, que han asumido ya que durarán como mucho veinte, treinta, cuarenta o cincuenta años más —nada— le quitan importancia a las implacables predicciones que arroja la producción científica, queriendo ponerse al mismo nivel de credibilidad que los laboratorios más reputados cuando, refutando a estos últimos, expresan su hartazgo con las recomendaciones bien fundamentadas desde el punto de vista del rigor y el conocimiento. Y sí, seguramente si ven el mundo con el plazo que les impone la Naturaleza basándose en su propio periplo vital estimado, tengan razón y el cambio climático no vaya a ir para tales individuos concretos mucho más allá de lo que estamos viendo ahora y poco más… Pero ¿no es necesario prevenir ahora para proteger a las generaciones futuras? Porque lo que está claro es que, si en algún momento hay que actuar, no será cuando las consecuencias más funestas de la acción humana en materia de modificación del clima estén ya en su momento más álgido. Si queda algún margen de mejora, que no lo sé, es en estos días que compartimos usted y yo ahora.

Lo más triste del tema de la emergencia climática es que, precisamente, quien es más responsable del impacto antropogénico en tal cuestión será quien más se librará de sus efectos. O, lo que es lo mismo, que quien menos tenga que ver con tal mudanza climática será quien esté tocado por la práctica totalidad de los efectos negativos de tal cambio. La mitad más pobre de la población mundial es la responsable de sólo el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y la mitad más rica del otro 95% restante. Pero si miramos el impacto de todo ello sobre unos y otros descubrimos que serán los que vivan en palafitos sobre el agua o en el equilibrio inestable de una chabola en un barranco los que paguen el pato de las arribadas por efectos climatológicos súbitos y extremos, o que los que viven en zonas ya secas hoy no tengan forma humana —nunca mejor dicho— de conseguir algo parecido a agua, aunque sea sucia. Son los más vulnerables los que se sitúan en el ojo del huracán, y aquí vuelvo a otro juego de palabras que mantengo porque me parece muy visual, sin querer parecer frívolo. Los ricos, que contaminan más, tienen mucho más con que protegerse. Y los pobres, que viven en el día a día, pagan dichos excesos…

Es el clima, amigos… Y recuerden que hablamos de clima cuando somos capaces de establecer un patrón de al menos cien años en el tiempo atmosférico. No estamos hablando de un día lluvioso o de una semana de sol o con un poco de viento. Cuando la ciencia asegura que el clima cambia, mediante modelos cada vez más perfeccionados y con mucha Física detrás, no se trata de una opinión ni de un deseo, un augurio o de algo que se cuenta para impresionar. Son datos puros y duros, aunque alguno en la poltrona más deseada de la Humanidad ni se entere ni quiera enterarse, o sea ría de ello… Y aunque otros muchos le emulen, haciendo un flaco favor al resto.

Tracking Pixel Contents