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Opinión

Fernando Suanzes, fiscal superior saliente de Galicia

25 años de servicio público

Hace veinticinco años Galicia y el mundo asistían a un cambio de siglo cargado de expectativas y desafíos. También el ámbito de la justicia se encontraba en plena transformación, buscando dar respuesta a nuevas formas de criminalidad y a una ciudadanía cada vez más exigente con la transparencia y la rendición de cuentas.

Un tiempo en el que Galicia vivió asuntos judiciales que han quedado grabados en la memoria colectiva y que han supuesto un antes y un después en la justicia y en la sociedad, casos que LA OPINIÓN A CORUÑA ha contado día a día.

Desde la marea negra del Prestige, que marcó un hito en la sensibilidad medioambiental y en las responsabilidades penales para los gestores públicos; hasta el terrible accidente ferroviario en Angrois, que evidenció las dificultades del sistema para dar respuesta ágil y plena a las demandas de verdad y justicia de las víctimas, que abrió el debate sobre la responsabilidad de las infraestructuras y se convirtió en un referente sobre la necesidad de reforzar los medios técnicos y especializados de la justicia en los grandes accidentes colectivos.

El Ministerio Fiscal ha vivido, en este tiempo, una evolución profunda: nuevas especializaciones, una progresiva modernización tecnológica y un creciente refuerzo en la protección de las víctimas. La justicia, que en el año 2000 era todavía en gran parte analógica, es hoy una justicia digitalizada y con nuevos retos.

El más trascendente es el que supone la irrupción de la inteligencia artificial como una oportunidad y un desafío. Una oportunidad ya que uso responsable, ético y con plenas garantías de legalidad puede agilizarla y es un desafío debido a que obliga a establecer importantes límites éticos y jurídicos. La justicia algorítmica corre el riesgo de conducir a una dictadura digital que comprometa la igualdad ante la ley, por ello la supervisión humana es irrenunciable.

En este recorrido, la prensa es y ha sido siempre compañera y vigía. No ignoro que son tiempos convulsos y difíciles para el periodismo, azotado por la eclosión de las redes sociales, la desinformación y las fake news. Por ello, hoy más que nunca, es imprescindible reivindicar la comunicación y el buen periodismo: el que contrasta, el que contextualiza, el que informa con rigor y ofrece a la sociedad una mirada honesta y plural. Un buen periodismo construye un país mejor, más avanzado y más democrático.

LA OPINIÓN A CORUÑA durante estos 25 años ha sido ejemplo de servicio público: garantes del deber de informar con verdad, pluralidad y cercanía. Habéis demostrado que el periodismo de mirada local es esencial para comprender el mundo y para fortalecer el vínculo entre la ciudadanía y sus instituciones. Porque LA OPINIÓN A CORUÑA lleva esta ciudad en su ADN, y la ciudad ya lleva también en el suyo a LA OPINIÓN, que orgullosamente ostenta su apellido.

Enhorabuena por este aniversario. Que sigáis siendo, como hasta ahora, luz, memoria y conciencia crítica de A Coruña y de Galicia. Y que lo hagáis con la serenidad de aquel consejo inmortal que, hace más de medio siglo, nos legaron los Beatles: en tiempos de incertidumbre siempre habrá una luz que nos guíe para afrontar el futuro, con lectores que comprendan y sueñen. Con medios como LA OPINIÓN dispuestos a contar nuestra historia iluminando el camino. Let it be.

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