Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

Augusto Pérez-Cepeda, decano del Colegio de Abogados de A Coruña

Veinticinco años de cambios en el mundo del derecho

Nuevos Ministerios. | LOC

Nuevos Ministerios. | LOC

Como Decano del Colegio de Abogados de A Coruña, he vivido en primera persona los enormes cambios que ha experimentado nuestra profesión en los últimos veinticinco años. La incorporación de las nuevas tecnologías ha transformado por completo la forma en que trabajamos los abogados y cómo los ciudadanos acceden a la justicia.

Hace dos décadas, todo se hacía en papel: desde los escritos hasta las notificaciones llegaban por correo postal. Hoy los juzgados funcionan de manera digital y hasta parece normal celebrar juicios por videoconferencia, algo que aceleró la pandemia y no ha sido cómodo ni para ciudadanos ni para abogados.

Pero ahora se nos presenta el mayor desafío: la inteligencia artificial. Ya existen programas que redactan contratos, analizan sentencias e incluso intentan predecir resultados judiciales. Y aquí surge la gran incógnita: ¿hacia dónde nos lleva esto?

Por un lado, estas herramientas podrían simplificar tareas repetitivas y abaratar costes para los ciudadanos. Por otro, existe el riesgo real de que la automatización deshumanice una profesión que, por naturaleza, trata con personas y sus problemas más íntimos. ¿Puede una máquina entender realmente el dolor de un divorcio o la complejidad de un conflicto familiar? Además, surgen cuestiones preocupantes: ¿quién se responsabiliza cuando un algoritmo comete un error? ¿Cómo garantizamos que estas tecnologías no amplíen las desigualdades en el acceso a la justicia?

No tengo respuestas definitivas, pero sí la certeza de que debemos abordar estos cambios con prudencia y manteniendo siempre en el centro a las personas. Pase lo que pase con la tecnología, nunca podrá sustituir la confianza que deposita un ciudadano en su abogado cuando más lo necesita.

Tracking Pixel Contents