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Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Del cáncer de una y de las batallas de los demás

Les saludo una vez más, en el último sábado de este mes de octubre. ¿Se dan cuenta? En nada llegará noviembre y entonces sí que estaremos ya en la cuenta atrás para el fin de este año. Y es que doce meses es un período que a veces se nos antoja descomunal, pero que en realidad se va antes de que seamos conscientes de ello. Sí, «tempus fugit», amigos y amigas. Y ese es, en realidad, nuestro único tesoro. El tiempo que seamos capaces de sobrevivir al empeño de las inmensas fuerzas de la Naturaleza para que todo el orden que representa un organismo vivo sea revertido. Y es que ya saben que jugamos contra los principios de máxima entropía y mínima energía en cada uno de los segundos de nuestra existencia, y que para conseguirlo invertimos ingentes cantidades de recursos en ello…

Y si ponemos el foco en eso de sobrevivir más y mejor, la verdad es que nos hemos empleado en ello a fondo en las últimas décadas, con mejoras en la calidad de vida y el acceso a nuevos tratamientos y terapias, que incluso nos han llevado a uno de los primeros puestos a nivel mundial en cuanto a esperanza de vida. Una realidad en la que los avances en materia nutricional y en bienestar han ayudado claramente, pero donde la atención y vigilancia de la salud y el cuidado en la enfermedad son clave. En tal sentido, tenemos mucho por lo que congratularnos, aunque seguramente haya muchas cosas mejorables, diferentes amenazas y algunos riesgos y problemas enquistados, ante los que no podemos permanecer indiferentes.

En particular, ya ven lo que ha acaecido en Andalucía a tenor del soberano lío que se ha montado después de que, presuntamente, alguien haya podido olvidar o no tramitar resultados positivos de cribado de cáncer de mama, sin avisar a las personas interesadas hasta transcurrido un tiempo verdaderamente inasumible, en términos de poder articular el mejor abordaje terapéutico posible para intentar atajar la enfermedad en cada uno de los casos. Un tema en el que no me meteré en este momento, porque no termino de tener una opinión un tanto formada, pero que ha traído como corolario otra vuelta de tuerca en clave de juego político sobre la que sí quiero opinar. Y, ¿saben por qué? Pues porque esta otra cuestión sí que es, para mí, meridiana.

El caso es que, frente al Gobierno actual de coalición, algunas de las comunidades gobernadas por el Partido Popular se niegan explícitamente a dar los datos sobre los cribados de cáncer de mama, parece que debido al convencimiento en esta última formación de que tal información se pide ahora de manera partidista y un tanto espuria, sin haberse molestado nunca antes en el Ministerio —según refieren— a hacer uso de la misma, o incluso a tener el más mínimo interés por ella. Al menos esto es lo que se indica desde Galicia, según lo explicado por sus correspondientes responsables políticos ante los medios de comunicación.

Y ahí… sí que no. Porque, independientemente de lo que haya pasado y del problema de envergadura que tengan o no en Andalucía, que para empezar ya se ha llevado por delante a la Consejera del ramo, las comunidades autónomas tienen que entender que los datos que custodian no son suyos, en forma alguna, y han de aportarlos. Los datos son de las personas, que no pacientes, término que siempre despersonaliza y resta protagonismo activo al individuo. En concreto, pertenece a las mujeres a las que se les practicaron tales pruebas, tal y como reconoce la legislación vigente, y que serán siempre las primeras interesadas en que la información fluya, con criterio clínico, lejos de las diatribas políticas. Jugar con información de terceros para lacerar la posición política del de enfrente siempre está mal, pero es todavía más lamentable cuando con tal actitud se bloquea el acceso a información del que uno es mero custodio, pero que pertenece a una lógica más amplia, de la que el Ministerio de Sanidad es el organismo con mayor responsabilidad y autoridad en el país.

Una vez más, y después de poder haber metido alguien la pata hasta el fondo en Andalucía en este tema —como parece desprenderse de los hechos, aún con todas las cautelas—, se suma ahora que la reacción airada de quien haya podido no estar a la altura vuelve a la clásica guerra de guerrillas, al despiste y al «y tú más» o a lo bronco por encima de lo eficiente, en lo que es ya el enésimo episodio que muestra que algo está funcionando mal en esta democracia representativa de la que nos hemos dotado. ¿No les parece? Pero ¿saben? Determinados estrategas al servicio de los partidos parecen no darse cuenta de que están jugando con fuego, por el avance de las formaciones antisistema —en particular, de la ultraderecha— y porque, con tramas así afectando a lo que más nos duele —la salud— están quebrando de forma clara la confianza y, a partir de ahí, la pervivencia del propio paradigma democrático… Déjense de monsergas y arreglen lo que hayan de arreglar, por mala praxis o por lo que haya podido pasar… Y compartan esos datos, que no son suyos y no les pertenecen…

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