Opinión | Shikamoo, construir en positivo
La lista Forbes y la desigualdad
Tengan ustedes un buen día, amigos y amigas lectores. Espero que hayan sobrevivido a estos días recientes cargados de recuerdos por los seres queridos que ya no están o, alternativamente, de una sangre y un terror que, aunque hayan sido de pega, siempre imponen. En cualquier caso, estoy encantado de saludarles en un nuevo día, como nueva oportunidad para compartir, aunque sea a través del papel y la tinta o de los pixels que contienen esta columna. ¡Un placer!
Quiero contarles, para empezar, que el texto de hoy está escrito de una forma más filosófica que apegada a lo más cotidiano y costumbrista. Lo que les contaré, a raíz de una noticia de ayer mismo, tiene mucho más de visión global sobre la esencia que de propuesta o de llamada a la acción. Va a ser una reflexión teórica, y no tanto algo que busque ser plasmado hoy en algo concreto. Al fin y al cabo, este ejercicio trata más de aportar puntos de vista que de cambiar las cosas de forma abrupta y contraria a la suavidad de las formas. Es lanzar ideas, conectándonos mucho a lo nuclear, para intentar ver la lógica de lo que convenimos en hacer o no. Y, a partir de ahí, tratar de entender el mundo.
Todo gira sobre la versión actualizada a 2025 de la Lista Forbes para España, que como les digo vio la luz ayer. Se trata de un conjunto de datos que darían para mucho, en clave de análisis de concentración de la riqueza, segmentación de la misma por tramos de edad o estudiando el sector, el lugar y el momento en el que fue gestada cada una de esas fortunas. Muy interesante, no cabe duda, pero si me lo permiten me voy a quedar con lo más esencial, en clave precisamente de lo que decía antes: de ir a lo más básico. Para análisis mucho más detallados del quién es quién y del cómo o de la lógica y evolución de cada uno de sus proyectos, está la prensa económica.
Y ahí va mi idea, queridos y queridos: Me sorprende lo poco que nos interpela la profunda asimetría vigente en la sociedad que hemos construido entre todos y todas, a lo largo de generaciones. No es ya que Fulano atesore X, que Zutano tenga Y o que Mengano aspire a Z, que me da igual y sobre lo que no tengo nada que opinar. ¡Tan solo desearles que lo disfruten, claro está! Lo que me parece profundamente extraño, después de unos cuantos siglos de sociedad y economía, es que hoy nos parezca tan normal y asumido —¿quizá más que nunca?— el enorme desequilibrio entre los recursos de los que disfrutan unos y otros seres humanos. Un hecho profundamente singular, que tiende a parecernos natural a pesar de ser muy extraño desde la perspectiva de cualquier otro ser vivo. Y esto no es apología del comunismo, del anticapitalismo ni de nada. Simplemente es la constatación de que, sin más, probablemente algo esté fallando cuando eso mismo, profundamente asimétrico, nos parece tan normal. Algo que, por otra parte, ni yo voy a esforzarme a intentar revertir ni creo que, con la legislación vigente en la mano, pueda evolucionar a corto o medio plazo de otra manera. Pero... ¿de verdad que no les parece raro?
Hay estadísticas demoledoras. El 1% de las personas acaparó el 41% de la riqueza generada desde el año 2000, y el 50% solamente el 1%, nos recuerda también estos días el Informe para el G-20 encargado a seis autoridades en la materia, presididas por el Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Un dato que abunda en tal asimetría global, que a su vez hunde sus raíces sobre una inequidad profunda y consolidada, transmitida vía herencias de generaciones en generaciones. ¿Sabían ustedes que la riqueza de los supermillonarios ya supone el 16% del PIB global? ¿Y que el 83% de los países, con el 90% de la población mundial, entran de lleno en la definición del Banco Mundial de entornos de alta desigualdad? Como les digo, a mí lo que me parece esto es, sobre todo, raro. Poco estable, desde el punto de vista de la convivencia. Y poco razonable, incluso desde una lógica capitalista que pretendiese un alto dinamismo de los flujos de capital, incentivando el consumo. Y es que esto último no deja de ser contradictorio...
El 20% de la Humanidad atesora el 80% de los recursos, y el 80% restante de las personas, el 20% restante, decía yo en alguna conferencia hace unos veinte años ya... Y creo que, a la vista de lo expuesto, se ha ido quedando un poco desfasado... Hoy en día la brecha de la desigualdad, con el descalabro en el segmento socioeconómico medio, parece ir a más... Y España, no tengan duda, puede ser un buen ejemplo de ello...
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