La enfermedad celíaca se asocia con una intolerancia permanente al gluten y una dieta libre de este complejo proteínico es la principal actuación para frenar sus posibles consecuencias dañinas sobre la salud. Sin embargo, la sensibilidad al gluten no celíaca ha emergido como un nuevo síndrome clínico que afecta, según la Unión Europea de Gastroenterología (UEG), a millones de personas en toda Europa.

Según señala la UEG, las primeras referencias sobre el síndrome de sensibilidad al gluten no celíaca (NCGS, según sus siglas en inglés) datan de finales de 1980, aunque sólo en los últimos años ha despertado un interés científico tras constatar la sensibilidad al gluten de algunos individuos que no presentan signos clínicos, histológicos ni serológicos de enfermedad celíaca. No obstante, a pesar de los esfuerzos realizados para definir el NCGS, los síntomas típicos de esta dolencia son similares a los de la celiaquía, lo que dificulta su identificación en la práctica médica.

En una información divulgada por la UEG, Chris Mulder, miembro de la entidad y presidente de la Asociación Holandesa de Gastroenterología, explica que los centros de investigación celíaca están realizando esfuerzos para definir este síndrome.

"En este momento, sólo podemos identificar el síndrome en pacientes con síntomas intestinales y otros típicos de la celiaquía que han respondido positivamente a la dieta sin gluten, una vez descartada la enfermedad celíaca con las pruebas diagnósticas adecuadas. Necesitamos criterios más precisos para incorporar el NCGS a la práctica médica", añade Mulder.

El experto concluye que "en el caso del NCGS, simplemente no tenemos suficientes conocimientos como para recomendar un enfoque de tratamiento específico, incluido el de la dieta sin gluten".

Diferencias entre alergia e intolerancia alimentaria

Según explica el 'Cuaderno de la Enfermedad Celíaca', editado por la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), la alergia alimentaria se caracteriza por una reacción que se produce de forma muy clara, definida y tipificada, mientras que en la intolerancia alimentaria el proceso de rechazo a un alimento se produce de forma más lenta y discreta.

Mientras que las personas que tienen realmente alergias alimentarias necesitan generalmente eliminar el alimento causante de su dieta, las personas que sufren una intolerancia al gluten pueden consumir pequeñas cantidades del alimento o del componente alimenticio, sin que se den síntomas, excepto en el caso de personas con gran sensibilidad al gluten. La enfermedad celíaca no es una alergia al gluten, sino una intolerancia permanente. Las alergias pueden ser de carácter transitorio y la intolerancia al gluten es para toda la vida.

Los expertos del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (Madrid) señalan en su web que los pacientes con sensibilidad al gluten no pueden ser calificados como intolerantes o alérgicos aunque esta proteína les hace enfermar.

Los síntomas de la sensibilidad al gluten son muy parecidos a los de la enfermedad celíaca y comparte algunos con la alergia al trigo. Entre ellos se encuentran dolor persistente en la zona abdominal, diarreas frecuentes, eccemas o erupciones en la piel, dolor de cabeza, fatiga y confusión, estreñimiento, náuseas y vómitos, anemia, adormecimiento o dolor de las extremidades o hinchazón abdominal.

Enfermedad celíaca

Entre las '100 preguntas y respuestas sobre la enfermedad celíaca', un texto de referencia de FACE que puede descargarse desde su web (celiacos.org), se recogen las principales cuestiones sobre esta dolencia. La intolerancia al gluten mejor conocida es la enfermedad celíaca, que afecta al 1% de la población mundial, aunque la mayoría no lo sabe. En España se calcula que existen unas 450.000 personas afectadas.

La enfermedad celíaca consiste en una intolerancia al gluten que cursa con una lesión severa de la mucosa del intestino delgado superior. Como consecuencia, se establece un defecto de utilización de nutrientes a nivel del tubo digestivo. La intolerancia al gluten se mantiene a lo largo de toda la vida y se presenta en sujetos genéticamente predispuestos.

El gluten no es un alimento sino la mezcla antigénica (tipos de proteínas) presente en la harina de trigo, incluyendo todas las especies de 'Triticum' como el trigo duro, la espelta y el kamut, y otros cereales como el centeno, la cebada, la avena o sus variedades híbridas.

Los síntomas de la enfermedad celíaca son muy variables según las personas y están asociados al desarrollo de inflamaciones, dolores abdominales, diarrea pero también a dolores musculares, óseos y artralgias.

Dieta sin gluten siempre por prescripción médica

Chis Mulder señala en relación a las dietas sin gluten que su seguimiento puede resultar muy complicado, caro y estresante. En relación a su uso en personas con sensibilidad al gluten no celíaca el experto concluye que "debemos ser cautos a la hora de fomentar la dieta sin gluten para otros grupos en estos momentos".

La FACE desde su sitio en Internet ayuda a aclarar las dudas sobre el seguimiento y características de la dieta sin gluten:

1. No debe iniciarse una dieta sin gluten sin haber realizado previamente una biopsia intestinal. La prueba demuestra la intolerancia al gluten por la alteración de la mucosa. Si no se realiza la prueba y se adopta esta dieta se retrasa o enmascara el diagnóstico de una posible enfermedad celíaca.

2. Se debe seguir la dieta de forma estricta durante toda la vida. La ingestión de pequeñas cantidades de gluten puede producir lesión de las vellosidades intestinales aunque no se acompañen de síntomas clínicos.

3. Se eliminará de la dieta cualquier producto que lleve como ingrediente trigo, avena, cebada, centeno, espelta, triticale o productos derivados como almidón, harina, panes o pastas alimenticias.

4. Se pueden tomar todo tipo de alimentos que no contienen gluten en su origen: carnes, pescados, huevos, leche, cereales sin gluten (arroz y maíz), legumbres, tubérculos, frutas, verduras, hortalizas, grasa comestibles y azúcar.

5. El consumo de productos manufacturados conlleva asumir riesgos potenciales. La Legislación vigente obliga a especificar el origen botánico de harinas, almidones, féculas, sémolas y cualquier otro derivado de trigo, avena, centeno y triticale utilizados pero puede existir confusión. Hay que leer siempre la etiqueta del producto y de los productos elaborados o envasados.

6. Ingredientes en el etiquetado de productos alimenticios que contienen o pueden contener gluten. Son gluten, cereales, harina, almidones modificados (E-1404, E-1410, E-1412, E-1413, E-1414, E-1420, E-1422, E1440, E-1442, E-1450), amiláceos, fécula, fibra, espesantes, sémola, proteína, proteína vegetal, hidrolizado de proteína, malta, extracto de malta, levadura, extracto de levadura, especias y aromas.

7. Eliminar de la dieta los productos a granel, los elaborados artesanalmente y los que no estén etiquetados. Hay que ser precavido con los alimentos importados pues un mismo fabricante puede emplear según las distintas normativas de los países distintos ingredientes para un producto comercializado bajo la misma marca comercial.

8. Precaución con la manipulación de alimentos en bares y restaurantes. Ejemplo de ello son prácticas como tortillas de patata con levadura, patatas fritas en aceites de freír croquetas o empanadillas, salsas ligadas con harina, rebozados, purés o cremas de verdura naturales con picatostes de pan de trigo.

9. Hay que ser precavido con las harinas de maíz o arroz de las panaderías o supermercados sin certificar la ausencia de gluten. Pueden estar contaminadas si se han molido en molinos que muelen otros cereales como trigo o avena.

10. Se recomienda utilizar harinas y pan rallado sin gluten o copos de puré de patata para rebozar, albardar, empanar o espesar salsas.