Los niños y adolescentes españoles de entre 9 y 17 años son más sedentarios que las generaciones anteriores. Esto es debido, entre otras razones, al mayor nivel de urbanización y mecanización y al largo tiempo que pasan ante la pantalla del televisor, el ordenador o los dispositivos móviles. 

Los pediatras advierten además de que este problema se ha agravado durante y después del confinamiento por la pandemia Covid-19. Esto ha provocado un exceso en la ganancia energética que se traduce en un gradual y consistente aumento de peso. 

Los datos que ofrece el Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP) nos permiten hacernos una idea del impacto del sedentarismo entre los más pequeños. 

En la última Encuesta de Salud de España, publicada recientemente por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, la cifra de niños entre 5 y 14 años que no realizan ninguna actividad física es del 12% (8% en varones y 16% en mujeres). 

Más preocupante aún son los datos que se registran en la franja de edad de entre los 15 y los 24 años, donde un 45% no realiza nada o muy escasa actividad.

Y no hay que olvidar que la práctica regular de ejercicio físico en niños y adolescentes puede prevenir y tratar:

  • Problemas psicoafectivos
  • Desmineralización ósea
  • Algunos tipos de cánceres.

Para algunas de estas alteraciones, la actividad física es uno de los factores de protección modificables más importantes.

Los más pequeños deben realizar actividad física moderada o vigorosa durante un mínimo de 60 minutos diarios

¿Cuánto y qué tipo de ejercicio deben realizar niños y adolescentes?

Los pediatras conjuntamente con los licenciados en Educación Física y en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, ha elaborado un documento de "Consejos sobre actividad física para niños y adolescentes".

En él se recogen una serie de pautas generales que deben ser tenidas en cuenta por las familias para fomentar la actividad física en la población de entre 5 y 17 años. 

Los especialistas explican que el hábito que más ha empeorado en los últimos años es la realización de ejercicio físico. Este hábito ha sido reemplazado por otros menos saludables, en especial por un exceso de ocio sedentario, vinculado a las nuevas tecnologías y a condicionantes socioculturales. 

Para cambiarlo, los pediatras afirman que en este tramo de edad los más pequeños deben realizar actividad física moderada o vigorosa durante un mínimo de 60 minutos diarios.

Este tiempo puede repartirse en dos o más sesiones y deben ser, en su mayor parte, aeróbica e intercalando actividades vigorosas para el fortalecimiento muscular y óseo tres veces a la semana. 

Estos 60 minutos van a aportar beneficios adicionales para la salud. 

Los desplazamientos cotidianos es mejor hacerlos caminando o en bicicleta.

Trucos para evitar el sedentarismo

El entorno ambiental y social nos invita al sedentarismo y nos aleja de las actividades aeróbicas en espacios abiertos. Existen pocas áreas de juego en las ciudades y hay una evidente falta de instalaciones en los centros escolares para la práctica de actividad física. 

Esto significa que hay que hacer un esfuerzo consciente para evitar el sedentarismo. ¿Cómo?

Pues los pediatras proponen, por ejemplo, que los desplazamientos cotidianos al cole, a la academia de idiomas, etc., se realicen caminando o en bicicleta.

También es una buena opción apostar por las escaleras en lugar de utilizar los ascensores.

Siempre que sea posible, piden potenciar actividades extraescolares de carácter deportivo. 

Y como siempre, la diversión debe ser el eje fundamental de la actividad. Por eso los especialistas insisten en que son preferibles las actividades en grupo, divertidas y al aire libre que permitirán un refuerzo positivo.

De esta manera será más fácil incorporarlas a las rutinas como un "hábito divertido". 

No solamente la debe practicar el niño sano, sino también aquellos menores que tengan alguna patología de base.

Cualquier niño o adolescente puede realizar actividades físicas

La actividad física se recomienda en cualquier condición de salud.

No solamente la debe practicar el niño sano, sino también aquellos menores que tengan alguna patología de base. 

Y es que el ejercicio físico, adaptado para cada situación o enfermedad, tiene innumerables beneficios.

Mejora globalmente el estado de salud (condición cardiorrespiratoria, actitud, estado de ánimo, capacidad de recuperación física, etc.), y la evolución clínica de los niños con enfermedad crónica y discapacidad. 

Estos beneficios se obtienen sea cual sea el estado de salud del niño. Incluso en aquellas condiciones que tradicionalmente desaconsejaban su práctica, como la discapacidad motora, síndromes hipotónicos, enfermedades con afectación cardiorrespiratoria, etc.

En definitiva, los pediatras insisten en que la práctica del ejercicio físico debe ser incorporada a la vida cotidiana como un estilo de vida saludable.

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Igual que les inculcamos la higiene, la educación o el estudio, debemos incorporar actividades físicas en sus rutinas. 

Y la mejor forma es dando ejemplo. Los hábitos saludables practicados por los padres son imitados y asumidos por los niños y adolescentes.