Es habitual que cuando enfermamos, aunque sea de forma leve, perdamos el apetito en mayor o menor medida, sin que ello tenga excesiva importancia.

Pero esta falta de ganas de comer se convierte en un auténtico problema cuando hablamos de pacientes con patologías agudas o crónicas, ya que pueden generar una alteración denominada "desnutrición relacionada con la enfermedad" (DRE).

Este tipo de desnutrición puede deberse a un déficit de la ingesta por parte del paciente o bien a que, a causa de la patología que sufre o del tratamiento, su organismo no asimila correctamente los nutrientes, explican desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)

En todo caso, la desnutrición relacionada con la enfermedad altera la composición corporal provocando un impacto muy negativo en la evolución del paciente, además de perjudicar su calidad de vida. 

Y no estamos hablando de un problema extraño, ya que uno de cada cuatro pacientes en España sufre este tipo de desnutrición.

Una situación que no ha hecho más que agravarse a causa de la pandemia de la COVID-19, porque el 75% de los pacientes COVID-19 hospitalizados presentaban riesgo de desnutrición. 

Uno de cada cuatro pacientes en España sufre este tipo de desnutrición.

Las graves consecuencias de la desnutrición relacionada con la enfermedad

Es cierto que la desnutrición relacionada con la enfermedad suele pasar como un síntoma invisible, pero la realidad es que tiene un impacto importante en el paciente.

Y es que, como explican los expertos en endocrinología y nutrición, provoca cambios en la composición corporal como la pérdida de peso, una pérdida importante de masa muscular y de la masa grasa. 

Pero no solo esto. Los especialistas de la SEEN advierten de que cuando el paciente agudo o crónico presenta este tipo de desnutrición:

  • Disminuye la respuesta a los tratamientos que está recibiendo, lo que compromete su evolución. 
  • Debilita la función inmune.
  • Aumenta la tasa de reingresos y el tiempo de estancia hospitalaria.
  • Aumento de la mortalidad. 

A pesar de ello, los expertos en nutrición y endocrinología apuntan a que la desnutrición relacionada con la enfermedad “está infravalorada e inadecuadamente tratada”.

Esta alteración es muy habitual entre las personas más mayores y frágiles. En concreto, en el 37% entre mayores de 70 años la padecen

Pero no son los únicos. También son más vulnerables a la desnutrición relacionada con la enfermedad, los siguientes:

  • Pacientes con cáncer
  • Postcirugía
  • Con enfermedades neurodegenerativas
  • Con parálisis
  • Tumor cerebral
  • Accidente cerebrovascular,

Y en todos los casos, sean de la edad que sean.

Estudios recientes destacan que el 75% de los pacientes COVID-19 hospitalizados presentan riesgo de desnutrición,.

¿Cómo se trata a un paciente con DRE?

No hay indicaciones generales para tratar este tipo de desnutrición. Todo va a depender de la condición física del paciente o del tipo de patología que padezca. 

  • En algunos casos el tratamiento irá dirigido a fortalecer la dieta (añadiendo más grasas, cereales, legumbres, clara de huevo…).
  • En pacientes que sufren disfagia habrá que modificar texturas o utilizar alimentos líquidos.
  • En el caso de pacientes con náuseas y vómitos evitar alimentos grasos, la cafeína o alimentar al paciente con raciones pequeñas, pero en varias tomas. 

Cuando no sea posible la ingesta oral habrá que recurrir a técnicas como la alimentación parenteral. 

DRE y COVID-19

Las últimas investigaciones han revelado que los pacientes con infección por SARS-CoV-2 son pacientes en riesgo nutricional desde que se inicia la infección.

Hasta el punto de que distintos estudios recientes destacan que el 75% de los pacientes COVID-19 hospitalizados presentan riesgo de desnutrición, lo que puede generar un grave impacto sobre su recuperación. 

En este sentido, al alta hospitalaria el 81% de los pacientes presentaban una dependencia moderada–grave a total, el 70% tenía afectación en su movilidad, el 52% en el autocuidado y en el 76% de los casos limitaba sus actividades de la vida diaria. 

Además, la mitad de estos pacientes presentaba una sensación permanente de malestar, dolor, ansiedad y depresión.

Por todas estas razones, los expertos de la SEEN subrayan la necesidad de:

  • Mejorar el diagnóstico precoz de la DRE grave
  • Monitorizar a las personas con riesgo
  • Reforzar y potenciar las unidades de nutrición clínica y dietética en los servicios sanitarios
  • Incorporar nuevos profesionales
  • Aprovechar las innovaciones en la terapia médica nutricional.