Kiko Rivera, el hijo de Isabel Pantoja, fue ingresado de urgencia en torno a las tres de la madrugada en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, tras sufrir un ictus. Una enfermedad muy seria y que hoy en día es la segunda causa de muerte en los países occidentales.

De momento la evolución de Kiko Rivera parece ser buena, y según ha declarado este mediodía Irene Rosales: "es muy joven y gracias a Dios tiene solución".

Pero aunque todo apunta a que puede quedarse en un susto, y ojalá que sea así, estamos ante una enfermedad muy seria y hay que ser muy prudentes.

Las primeras 24 horas son clave y Kiko Rivera deberá pasarlas en rigurosa observación.

¿Qué es un ictus?

Cuando hablamos de ictus nos referimos a cualquier episodio en el que se interrumpe el flujo sanguíneo que llega al cerebro.

Es algo tan serio que según las estadísticas hoy es la segunda causa de mortalidad en los países occidentales y la primera en mujeres. 

  • En España, cada seis minutos alguien sufre un ictus.
  • Y una de cada cuatro personas mayores de 25 años sufrirá un ictus a lo largo de su vida, según la Sociedad Española de Neurología.

Además, las secuelas de esta enfermedad cerebrovascular son la primera razón de discapacidad adquirida en el adulto.

La causa más frecuente de esta patología es lo que llamamos ictus isquémico, es decir, la aparición de un coágulo en alguno de los vasos que le suministran sangre.

Pero como explica la doctora María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), "también puede estar causado por la rotura de alguno de los vasos, produciendo una hemorragia. Y en este caso se tratará de un ictus hemorrágico”.

Activación cortical en sujetos sanos y pacientes con accidente cerebrovascular Dr. C Grefkes, Uniklinik Köln

Datos escalofriantes

Los datos sobre la incidencia de esta lesión cerebral son muy abultados y nada tranquilizadores. 

En todo el mundo, cerca de 14 millones de personas sufrirán un ictus este año y, como resultado, 5,5 millones de personas morirán. Más de uno de cada tres afectados.

Además, las tendencias actuales sugieren que si no se llevan a cabo acciones que lo impidan, el número de ictus anuales aumentará un 35% y el de muertes un 39%.

Es decir, que puede llegar hasta los 17,5-18 millones de casos nuevos al año, lo que supondrá, aproximadamente, llegar hasta los 7-8 millones de muertes al año.

En España, según datos facilitados por la Sociedad Española de Neurología (SEN) con motivo del Día Mundial del Ictus que se celebra todos los 29 de octubre, unas 110.000 personas sufren un ictus cada año, de los cuales al menos un 15% fallecerán. Y entre los supervivientes, en torno a un 30% se quedará en situación de dependencia funcional.

Rapidez de reacción

Una de las particularidades de esta patología es que el tiempo de atención es vital.

Como explican desde la SEN, por cada minuto en el que se detiene o disminuye la circulación de la sangre en el cerebro se pierden 1,9 millones de neuronas y 14 billones de conexiones neuronales. Y una hora supone un envejecimiento cerebral de 3,6 años y una pérdida de 120 millones de neuronas.

Así que estamos hablando de una urgencia médica, en la que la evolución y el pronóstico dependen en gran medida del tiempo en el que se tarde en atender al paciente.

Síntomas

Por ello, es muy importante reconocer los síntomas que alertan de un ictus:

  • Pérdida de fuerza repentina de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
  • La alteración repentina del habla con dificultad para expresarse o para entender lo que nos dice el paciente.
  • Pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos.
  • Dolor de cabeza súbito de intensidad inhabitual y sin causa aparente.

Ante cualquiera de estas señales debemos llamar inmediatamente a los servicios de emergencias y, en ningún caso, trasladar al paciente a un centro médico por nuestros propios medios.

Prevención

Pero por muy complicado que sea padecer un ictus, existe el dato a favor de que hasta un 90% de los casos se podrían prevenir con un adecuado control de los factores de riesgo modificables de esta enfermedad.

La evidencia científica existente sobre el ictus revela que la adicción al tabaco es uno de los factores que más inciden estos accidentes cerebrovasculares. De hecho, las personas fumadoras tienen el doble de riesgo de sufrir un ictus isquémico y entre dos y cuatro veces más de padecer un ictus hemorrágico.

Se ha calculado que, al cabo de un año de abandonar el tabaco, el riesgo de ictus se reduce a la mitad, y que a los cinco años el riesgo se iguala al de los no fumadores.

Pero no sólo el tabaco, sino también el consumo excesivo de alcohol se asocia, sobre todo, con un aumento del riesgo de ictus hemorrágicos.

Otros factores de riesgo son el estrés crónico, la obesidad, e incluso la contaminación atmosférica, a la que ya se le atribuyen el 21% de las muertes por ictus.

Así que lo más recomendable para prevenir este tipo de lesiones es evitar estos factores en la medida de lo posible.

Pero además, la doctora Alonso de Leciñana, de la SEN, recomienda seguir una dieta mediterránea baja en sal, rica en frutas y verduras, y suplementada con el consumo de aceite de oliva y frutos secos.

Y, por supuesto, la práctica regular de actividad física, ya que hacer cada semana 150 minutos de ejercicio moderado o 75 minutos de actividades más intensas, puede reducir el riesgo de padecer un ictus.