Pedro de Silva..Nunca es fácil hacer la necrológica de un hombre poderoso, pues el poder distorsiona la imagen hasta hacerla irreconocible, y no deja nunca llegar al ser humano. Pero ¿no es el poder, al final de una vida, la materia humana más real del hombre poderoso?, y, siendo así, ¿ha de ser inconveniente la mención al poder del difunto al intentar un obituario? Era el suyo un poder segregado desde la propia fuerza, fruto de su bravura, de la terquedad en el empeño, del talento y de la sagacidad. Por tanto el poder estaba en él, más aún que en su imperio mediático, y siguió estándolo en todo momento, pues esa fuerza y bravura nunca le abandonaron. Polanco tenía las hechuras del gran hombre, con las vetas que siempre presenta el mineral del que están hechos. Personalmente, como español y como demócrata, jamás dejaré de estarle reconocido y de sentirme en deuda con él.