Compradora compulsiva en proceso de rehabilitación

María José Nogueira: "Llegué a gastarme 1.500 euros en un sofá que no tenía dónde meter"

"Llevo un año yendo a terapia y aún no puedo ir sola al supermercado para no caer en la tentación de comprar cosas inservibles"

María José Nogueira, ante un escaparate. / rafa estévez

María José Nogueira, ante un escaparate. / rafa estévez

M.H. | A Coruña

María José Nogueira tiene 49 años y lleva uno acudiendo a terapia para superar su adicción a la tarjeta de crédito. "Gracias a la ayuda de mis compañeros de la asociación Agaja, poco a poco me voy controlando. Aún así, todavía no puedo ir sola a hacer la compra, para no sucumbir a la tentación...", advierte, apesadumbrada.

María José no fue consciente de que tenía un problema hasta que sus amigas le recriminaron su actitud. "Al principio compraba ropa y calzado para verme mejor. Me llevaba un montón de prendas a casa y, aunque no me hicieran falta, me quedaba contenta. Poco a poco mi adicción a las compras fue a más y empecé a acumular todo tipo de objetos inservibles: lámparas, figuritas de porcelana, cuadros, tapices... Si veía algo que me gustaba en una tienda me lo llevaba, sin reparar en el precio ni en su utilidad. Una vez llegué incluso a pagar 1.500 euros por un sofá que no tenía dónde meter", admite, y recuerda: "Fue entonces cuando una buena amiga me hizo ver que lo que estaba haciendo no era normal, que tenía un problema muy serio y que necesitaba urgentemente la ayuda de un grupo de profesionales para superarlo".

Aún así, María José no fue consciente de su adicción hasta que un psicólogo de Agaja consiguió abrirle los ojos. "Sólo pensaba en comprar porque, en aquel momento, era lo único que me llenaba", subraya, al tiempo que reconoce: "El dinero no me frenaba. Cuando pagas con tarjeta parece que no eres tan consciente de lo que te estás gastando. Al final no pude hacer frente al pago del sofá y me vi obligada a hipotecar mi casa. El sueldo no me llegaba para nada, y si tenía que dejar de comer para abonar mis deudas, lo hacía y punto", señala.

María José está divorciada y, aunque tiene un hijo, reconoce que su gran apoyo durante el proceso de rehabilitación están siendo, de nuevo, sus amigas. "Mi familia no me ha ayudado y a la terapia me acompaña una amiga", explicaEsa falta de apoyo familiar, unida a una baja autoestima y a la depresión que arrastraba desde hacía catorce años son, para María José, los desencadenantes de su adicción a las compras. "Estaba sumida en un pozo sin fondo y me dio por comprar, como a otros les da por beber, por darse un atracón o por jugar a las tragaperras", apunta.

Plenamente consciente de que lo suyo es "una enfermedad", y orgullosa de haber dicho "hasta aquí", María José encara el futuro cargada de optimismo. "En Agaja me están ayudando mucho. Controlan mi sueldo, mi cuenta corriente y mis tarjetas y así vigilan que no gaste más de la cuenta. Con su apoyo, y el de mis amigas, estoy convencida de que no voy a recaer".

Tracking Pixel Contents