Luces y sombras de una restauradora de vanguardia

Cara y cruz de una vida entre fogones

El escándalo de su detención, unido a la crisis económica han echado por tierra más de tres décadas de reconocimiento a nivel internacional

Con Arzak y José Luis, del restaurante Cabanas.

Con Arzak y José Luis, del restaurante Cabanas.

F. Franco | Vigo

De poco han servido tantos títulos y reconocimientos gallegos, españoles y extranjeros por su hacer culinario. De poco 40 años dedicada en cuerpo y alma a la cocina. De poco haber sido reclamada por políticos como Felipe González en la Moncloa para su cena con "la Thatcher". De poco que Camilo José Cela le dedicara su carta de vinos y que se la ilustrara Luis Caruncho, así como que la carta de platos estuviera dedicada por Vázquez Montalbán y la ilustrara Laxeiro.

De poco que figure en el libro Cincuenta Maestros de la Cocina Española, escrito desde la Academia Internacional de Gastronomía o que en 1997 fuera galardonada con la Medalla de Plata de Galicia y con el Premio Nacional de Gastronomía. De poco la solidaridad mostrada por intelectuales gallegos como Miguel Anxo Fernán Vello o Beiras que la consideran un chivo expiatorio, o la de todos sus compañeros de profesión, desde Arzak al Grupo Nove.

Una quiebra económica. Las limitaciones de beneficio que ya tenía antes, la crisis posterior del país y su detención por comprar vieiras a una red de furtivos, con la vuelta de espaldas de la clase política que frecuentaba su local, le han obligado a echar el cierre, urgida por deudas entre las que están los 2 últimos dos meses de salario a sus trabajadores según la CIG, si bien ella discrepa abiertamente en el tiempo y afirma que espera sea debidamente aclarado en el juicio pertinente.

Una amiga íntima dice, en lo que respecta a la compra de las vieiras, que ella misma sería la primera perjudicada por las veces que las ha consumido en su propia casa. En declaraciones que hizo tras ser detenida en su propio restaurante, visitar el Juzgado y pasar una noche detenida, Toñi Vicente reconoce el error de comprar a furtivos y no lo defiende, pero pide que no se la juzgue sólo por esto. El furtivismo, dicen, es tan gallego como la catedral de Santiago. Pero hay que erradicarlo. Ella, apesadumbrada, busca solución al entuerto.

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