La voz de la historia invisible

El archivo oral de la Facultad de Historia de la Universidade de Santiago atesora más de 1.500 testimonios del pasado reciente de Galicia

Isaura Varela, fundadora del archivo oral, posa con algunas de las grabaciones. / jorge leal

Isaura Varela, fundadora del archivo oral, posa con algunas de las grabaciones. / jorge leal

Amaia Mauleón | A Coruña

"A noite do 27 ó 28 de xuño do 36 aquela noite escapei de casa pra faguer propaganda, como tantas outras, porque miña nai non me quería ver neses andares [.....] A noite do Estatuto pois nós tíñamos a cidade chea de carteis. Aqueles carteis tan fermosos que causaron verdadeira sensación: Camilo Díaz Baliño, Castelao; despois unhas pintadas que se facían cunhas letras de 4 ou 5 metros de longas, xa con cal, xa con pintura, en tódolos sitios. E esa noite pois funmos, eu deiteime ás 8 da mañán, en pleno día que era xuño, fumos dar deica Quintela cando acabamos coa propaganda, comprendíamos que aquelo merecía ben trasnoitar e alá me fun xa co día, co sol arriba."

La historia de este hombre nacido en Ourense en 1918 no aparece en los libros. Sin embargo, aporta una nueva visión, la de un militante de las Mocedades Galeguistas que participó activamente en la propaganda del Estatuto. Las palabras del protagonista han sido rescatadas por el archivo oral de Galicia, uno de los fondos más ricos de España en este ámbito, que ya ha cumplido veinte años.

El fondo Historga (Historia Oral de Galicia) fue creado a finales de los años 80 por la profesora de la Facultad de Historia de Santiago Isaura Varela, con la colaboración de Marc Wouters y Xurxo Pantaleón. La fonoteca dispone en la actualidad de más de 1.500 entrevistas, que ponen a disposición de estudiantes, investigadores, escritores u otras personas interesadas en el tema testimonios sobre asuntos de la historia reciente de Galicia.

La mayoría de las grabaciones están relacionadas con la Guerra Civil, la represión y el exilio; otras hablan de la emigración y también hay temas referentes a la vida cotidiana, la alimentación y la educación en Galicia. En los últimos años, están prestando especial atención al papel de las mujeres en la guerra y la posguerra. "Si alguien sabe de la amargura de esos años es la mujer", asegura Varela.

Lo que diferencia a este archivo de otros existentes en España es, además del volumen de documentos, es el hecho de que los estudiantes han estado implicados en el proyecto desde sus inicios. A raíz de un congreso en Salamanca en el que se habló de la necesidad de conservar la historia oral, el patrimonio de la memoria, Isaura propuso a sus alumnos aquellas navidades de 1986 un trabajo: entrevistar a sus familiares más mayores sobre sus vivencias en los tiempos de la Guerra Civil. "Volvieron entusiasmados; recuperaron la memoria de parientes que hasta ese momento casi ni conocían", recuerda.

Esto llevó a la docente a cuestionarse "que había una Historia mucho más allá de la que nos cuentan los libros y que no podíamos dejar que murieran todas esas personas a las que el tiempo no había dado voz, pero que tenían mucho que contar y que enseñarnos".

Así, con una pequeña subvención de la Xunta, se hicieron con grabadoras y comenzaron un complicado trabajo de campo. "Hay que tener en cuenta que una hora de grabación equivale a diez de transcripción", apunta Varela.

La fundadora recuerda lo difíciles que fueron los primeros años de vida del archivo: "Tuve que aguantar muchos desprecios y disgustos, porque la historia tradicional nos considera una fuente secundaria. Pero cada vez se acepta más que si se quiere hacer historia contemporánea fiel, hay que acudir a los testimonios orales", concluye.

Los testimonios recogidos en Historga se archivan de manera anónima y siguiendo una metodología. El investigador que acude en busca de información elige las entrevistas basándose en los datos que aparecen en cada ficha: si se trata de hombre o mujer, su lugar y fecha de nacimiento, la duración de la grabación y un pequeño resumen de su contenido. En la transcripción de las entrevistas se respeta "absolutamente cada una de las palabras de la persona, con sus repeticiones, dejes, errores... todo", advierte Varela. Esta literalidad es esencial porque es muy posible que pronto sean objeto de estudio para los lingüistas o los psicólogos sociales.

"Nosotros somos simples escuchadores, no ponemos nada en duda ni opinamos", describe. De este modo, normalmente suele ser suficiente con leer la transcripción, aunque a nadie se le niega la escucha. Si se precisa más información, se le pone en contacto con la persona que realizó la entrevista.

Antes de acudir a las entrevistas, se estudia a fondo el contexto a través de archivos municipales, prensa... Después se celebra el encuentro con un guión muy general en el que se trata de trasladar a la persona de la niñez a la edad adulta.

Para completar los relatos, los entrevistadores aportan los cuadernos de campo, en los que anotan datos de tipo visual como la descripción de la casa de la persona, cómo iba vestida o dónde le recibió.

El archivo tiene numerosas consultas y especialmente en el Año de la Memoria, las solicitudes han aumentado mucho.

En el futuro, cuando consigan subvenciones, desean completar la digitalización de los fondos y crear un espacio acondicionado en el que se puedan realizar las escuchas.

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