Se considera una enfermedad genética interrelacionada con factores ambientales (infecciones virales, humo del tabaco, polen, ácaros, pelo de animales, contaminación ambiental, emociones fuertes, cambios de temperatura, etc.) que provocan cambios funcionales y estructurales a nivel respiratorio causantes de la clínica del asma.

Los síntomas, que pueden presentarse juntos o aislados, incluyen: sibilancias al espirar, tos persistente, opresión torácica y dificultad respiratoria que empeoran de noche o tras hacer ejercicio. Lo que más asusta es la crisis asmática, pues parece que el enfermo (normalmente niños) se ahoga.

El tratamiento actual permite un control total de la enfermedad (realizar una vida normal, hacer ejercicio, crecer adecuadamente, no sufrir crisis, etc.) aunque no su curación. Es doble: control ambiental (evitando los factores desencadenantes) y farmacológico (antiinflamatorios, del grupo de los corticoides y broncodilatadores, por vía inhalatoria). Como es una enfermedad crónica, los pacientes la deben conocer y querer porque les acompañará durante su vida.

De entre los broncodilatadores, el más utilizado es el salbutamol, principio activo con actividad directa y cuyo mecanismo de acción se relaciona con la estimulación de los receptores betaadrenérgicos de los bronquios permitiendo la apertura de las vías respiratorias, favoreciendo la entrada y salida del aire alteradas por la contracción de la zona. Además, impide la liberación de moléculas como la histamina que provocan espasmos.

Es el fármaco indicado para tratar asma, bronquitis, enfisema pulmonar, EPOC, trastornos broncopulmonares acompañados por broncoespasmo así como para reducir la tos de los niños pequeños que padecen enfermedades virales.

Las formas farmacéuticas más frecuentes son comprimidos, jarabes y suspensiones por vía oral e intramusculares, intravenosas y subcutáneas, para la parenteral. La vía inhalatoria es la más utilizada para tratar el asma, siendo habitual ver a los niños con su inhalador en el bolsillo cuando tienen la edad para manejarlo.

La posología la indicará el especialista, debiendo emplearse la mínima dosis que produzca respuesta, seguir las recomendaciones del prospecto y ajustarla con precisión para evitar problemas por su uso crónico.

Suele tolerarse bien. Las reacciones adversas más frecuentes son taquicardia, hipotensión, palpitaciones, nerviosismo, dolor de cabeza, temblores, calambres y debilidad muscular, hiperactividad, vómitos, colapso, náuseas, urticaria, angioedema e hipocalemia.

Está contraindicado en pacientes que hayan desarrollado alergia previa al fármaco, diabetes mellitus, hipertiroidismo, insuficiencia coronaria, hipertensión, en parto prematuro por toxemia, hemorragia preparto o riesgo de parto en el inicio de la gestación. No hay datos precisos sobre su paso a la leche materna, por lo que se recomienda no utilizarlo o suspender la lactancia en caso de que sea imprescindible su consumo. No se aplicará a menores de 2 años y a los ancianos se les administrará una dosis menor.

Las interacciones con otros fármacos se centran en: teofilina, metildopa y betabloqueantes como el propanolol.

La sobredosis se trata con fármacos betabloqueantes, que deben ser administrados con precaución en pacientes con broncoespasmo. Debemos llamar al centro de Toxicología y acudir al médico.

Se prescribe con diferentes nombres comerciales que incluyen, entre otros, el genérico, aldobronquial, buto-asma, ventolín y ventadur.

Puede dar positivo en el control del dopaje, por lo que no se recomienda en etapas de competición. También causa alteraciones en los análisis de sangre, pudiendo aparecer hipocalemia. Curiosamente, se han producido casos de broncoespasmo paradójico que deben ser remitidos al médico.

Otra aplicación interesante es la de evitar las contracciones uterinas y con ello el parto prematuro, pues por sus propiedades relajantes a nivel uterino, se puede administrar para prevenirlo entre las semanas 24 y 33 de gestación. Se puede lograr un retraso del parto de cómo mínimo 48 horas que permite al médico administrar un tratamiento con corticoides o instaurar otras medidas preventivas y paliativas, siendo preciso evitar su uso prolongado

Carmen Reija López es licenciada en Farmacia y diplomada en Óptica.