Jesús de Miguel Rodríguez es catedrático de Sociología de la Universidad de Barcelona y es miembro del equipo de investigación sociológica y política de la Universidad de Harvard. Ha sido profesor en las universidades de Georgetown, donde estudió el príncipe de Asturias, en Berkeley, Yale y la Universidad de California, entre otras. Ha publicado más de cincuenta libros y ha ocupado la primera cátedra de Estudios Españoles en la Georgetown University.

-¿Qué pasará con Bolonia?

-El Plan Bolonia va a servir para afianzar el sector público en la Universidad, justo lo contrario de lo que dicen quienes se oponen. El problema es que se ha perdido mucho tiempo, cinco años desde 1999 a 2004 en que aquí, en España, no se había hecho nada ni se había informado de nada. Bolonia nos seguía sonando a mortadela. Después llegaron los socialistas y les ha tocado bailar con la más fea: hay que hacerlo todo muy rápido y, encima, con la crisis.

-¿Entiende las movilizaciones contra Bolonia?

-Yo no sé muy bien lo que quieren. Veo a los antidisturbios enfrentados a los antibolonios y es como si el 50% de los que no pudieron acabar en su día la carrera, ahora metidos a policías, se enfrentara al 50% de esos que no van a acabarla nunca.

-¿La Universidad española está tan adormecida como dicen?

-Se parece mucho a la de Santo Tomás de Aquino, seguimos con pizarra y tiza. Nuestra Universidad se analiza desde la trinchera, entre insultos de los dos grandes partidos políticos. En la época democrática hemos aprobado once leyes orgánicas sobre educación y ninguna de ellas tuvo el acuerdo de los partidos mayoritarios. Ese es un problema; el otro, la falta de recursos.

-¿Cómo calcular el déficit?

-La Universidad española tiene la mitad de recursos de lo que debería, así de sencillo. La financiación principal viene del Estado y el Estado tiene poco dinero. Por eso, principalmente, la Universidad no funciona bien y su calidad es dudosa. En el ranking británico de las cien mejores universidades del mundo no aparece ni una sola española. Eso explica muchas cosas y, entre ellas, las tasas de abandono de los alumnos. De cada cien alumnos que entran en la Universidad pública sólo terminan cincuenta. Y de cada diez que inician el doctorado, acaban menos de dos. Y lo que es peor, a nadie parece importarle ese fracaso. No queremos saber las causas.

-Un fracaso que, con las estadísticas en la mano, tiene género: masculino.

-Por cada cien alumnos varones hay ciento veinte mujeres, y esa proporción va a cambiar hasta las estructuras del poder en España. No hay suficientes varones universitarios para casarse con mujeres universitarias.

-Ellas van a clase, ellas estudian, ellas aprueban...

-Sí, pero el desempleo femenino suele ser el doble que el masculino, y el empleo más precario y con menor sueldo. La discriminación no está en la Universidad. Se dice que la mejor forma de salir de la pobreza es un trabajo, pero no siempre. Y por eso muchos prefieren seguir estudiando. A pesar de todo, los que estudian ganan el doble de los que no lo hacen.

-¿La falta de recursos es un callejón sin salida, con la que está cayendo?

-Hombre, no es probable que la ministra Garmendia logre duplicar el presupuesto de la Universidad. Si así fuera, ¿a quién se lo quitamos?, ¿a la Educación Infantil? Se resiente todo, y también las becas. Las becas en España son un chiste, muy poca cosa. Una beca tiene que ser de mil euros al mes para que el alumno que quiera estudiar pueda irse de casa y vivir por su cuenta. Y si no hay becas grandes, la movilidad es imposible.

-En algunas universidades españolas casi la mitad de la oferta de becas Erasmus queda sin cubrir.

-Los españoles, en general, no se van. Y, por cierto, dos tercios de los que se van no vuelven. No hablo sólo del Erasmus, que en muchos casos es casi una beca para pasarlo bien, las cosas como son. Damos la mínima de estudiantes en el extranjero, y este indicador de oferta y demanda es muy determinante para ver cuáles son los países centrales en el mundo académico.

-Estados Unidos y...

-Y el triángulo europeo, Gran Bretaña, Alemania y Francia, aunque esta última a la baja. Y más allá, Japón y Australia. No nos quedará otro remedio que poner en marcha programas académicos en inglés. Es algo básico, un objetivo claro y, sin embargo, no se hace. Nuestras universidades no son universidades del mundo. La Universidad española avanza poco en conocimiento.

-¿Cuándo metemos una de las nuestras en ese ranking de las cien mejores?

-El problema español es el de café para todos. La política de otros países es la de concentrar recursos en unas determinadas universidades, volcarse en ellas. Perdimos una gran oportunidad histórica en, por ejemplo, no haber conservado la Complutense como una Universidad del Estado, volcando recursos en ella. Pero, claro, si en España elegimos una universidad y decimos que vamos a pagar el triple al profesorado se arma una tremenda. Aquí es imposible contratar a un Nobel.

-Usted trabaja y conoce Harvard. Quizá su visión negativa tenga que ver con la inevitable comparación.

-No es comparable, no, no. Harvard tiene 18.000 estudiantes, unos miles menos que la Universidade da Coruña. Y tiene 1.300 bibliotecarios a tiempo completo. Ha oído bien: 1.300.

-Y alumnos ricos e inteligentes.

-No sólo se mira el currículo, sino las condiciones especiales del candidato. Mi hijo acaba de ser admitido, es un joven arquitecto que hará tres años de doctorado allí. Y nosotros vivimos de mi sueldo de catedrático. No son universidades innacesibles.

-¿Sospecha que el sector privado seguirá ganando terreno en España?

-En una década la Universidad privada pasó del 6 al 12% del total del alumnado. No es un porcentaje de locura. En Estados Unidos la cifra llega al 25%. Allí la Universidad es cada vez más pública, así que llegará un momento en que nos nivelaremos. Hay másteres en la Universidad privada en España que cuestan 68.000 euros al año. Y hay bofetadas para matricularse.

-También la pública tiene másteres caros.

-Es verdad. Pero el problema no es la carestía de unos determinados estudios, sino la carencia de ayudas. Decirle a un alumno que la ayuda es que no pague la matrícula, 600 euros, es no decirle nada. Una posible innovación es que a aquellos que se matriculen y aprueben, que se les devuelva el dinero. Aprobarían más porque lo que cuesta, pica; lo que pica, cura, y si pagas 20.000 euros por un máster y te puedes reembolsar el dinero, eso motiva. El modelo EEUU de costes muy altos pero con muchísimas ayudas no es malo.

-¿Hay demasiado universitario?

-En España más del 50% de los que están en edad de estudiar llegan a la Universidad. Es algo más que en Europa, pero estamos muy por debajo de otros países. Por seguir con Estados Unidos, el porcentaje llega al 85%, y en Corea del Sur alcanza el 90%, y la gran mayoría en la Universidad privada. La gente se rasca el bolsillo. Los porcentajes españoles están bien, mucha gente accede a la Universidad, pero las cosas han dado un inmenso vuelco. Mis padres eran analfabetos y tuvieron cuatro hijos catedráticos. Ahora es diferente: uno es lo que es su padre o lo que es su madre.

-¿Profesores desmotivados?

-Hay que partir de la base de que el gran secreto para una buena universidad es tener buenos profesores. Y en general, sí, hay mucha desmotivación. Sufrimos un sistema muy piramidal con mucho empleo precario. A veces la actividad docente universitaria es el tercer empleo, y eso acaba notándose. En un departamento de 40 profesores lo lógico es que 30 o 35 fueran catedráticos.

-¿Investigar es llorar?

-No tanto, pero la investigación se resiente. Cómo no se va a resentir si en España tenemos un presupuesto de investigación que es la mitad de la media de los países de la OCDE. El 25% de la financiación de una universidad debería provenir de contratos de investigación. Le doy otro dato que a mí me parece muy significativo: el 90% de las patentes salidas de investigación universitaria está concentrado en esas cien universidades consideradas como las mejores del mundo. Las empresas privadas, aquí, no invierten en investigación, la Administración no tiene dinero y además no hay mentalidad. Es preciso enseñar a investigar desde primero de carrera.

-¿Los alumnos bajan la guardia?

-Llego a clase en primer curso y me encuentro con que de un grupo de 150 matriculados asisten la mitad. Me pregunto dónde está la otra mitad y llego a la conclusión de que acabará volviendo, sólo que muchos lo harán cuando tengan 40 años. No hay mal que por bien no venga, necesitamos más alumnos mayores en la Universidad.

-Todo es muy difícil en la Universidad.

-Una universidad es una organización difícil de controlar, se dice que la influencia de un buen profesor se nota veinte años después.