El presidente del Consello Galego de Colexios Médicos, Luis Campos Villarino, recuerda que "todos los países más o menos desarrollados" han incluido en la regulación del aborto la objeción de conciencia, y lanza un claro mensaje al ministro Caamaño. "El derecho de los médicos a objetar se tiene que respetar, sí o sí", subraya el facultativo.

-¿La objeción de conciencia es un derecho negociable?

-Por supuesto que no. Ningún estamento público, ni siquiera el Gobierno, puede privar a los médicos del derecho a negarse a realizar prácticas que atenten contra sus creencias religiosas o contra su ética. La objeción de conciencia es un criterio universal de la profesión médica y, como tal, ya aparece contemplado en la actual ley del aborto.

-¿Por qué cree que el ministro de Justicia realiza ahora estas declaraciones? ¿Podrían interpretarse como un toque de atención a las organizaciones médicas que han criticado el anteproyecto de la nueva normativa?

-Es verdad que bastantes organizaciones profesionales, y entre ellas el Consello Galego de Colexios Médicos, hemos manifestado nuestro rechazo al anteproyecto de la nueva ley del aborto, porque consideramos que la actual normativa, con los tres supuestos que contempla para la interrupción voluntaria del embarazo (grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la embarazada, embarazo por violación y presunción de graves taras físicas o psíquicas para el feto) es suficiente. Pero no creo que el ministro tenga ninguna razón más para penalizar una actitud profesional. Imagino que sus declaraciones recogen, simplemente, su manera de pensar.

-Una normativa sobre el aborto que no recoja el derecho de los médicos a la objeción de conciencia, ¿sería viable?

-No. De hecho, todos los países más o menos desarrollados han incluido en la regulación del aborto la objeción de conciencia. El derecho de los médicos a objetar se tiene que respetar, sí o sí. Cuando los facultativos accedemos a la profesión, hacemos un juramento en defensa de la vida y nadie nos puede obligar a traicionarlo. De todos modos, estoy convencido de que, al final, la nueva ley del aborto va a respetar los derechos de los médicos. Lo que ha dicho el ministro de Justicia es la antesala de la necesidad de establecer una regulación de la objeción de conciencia que respete tanto los derechos de los pacientes, como los de los propios profesionales sanitarios.