Arrastran a miles de personas en todas sus actuaciones, firman decenas de discos y camisetas cada noche y su club de fans hace meses que superó la barrera de los 3.000 socios. Esta podría ser la descripción de cualquier cantante del panorama español pero se trata del fenómeno fan que rodea a las principales orquestas gallegas desde hace casi cinco años. Panorama, Olympus o París de Noia ya no son simples grupos que amenizan las verbenas estivales, los pueblos se las rifan y tenerlas en el cartel de fiestas es hablar de éxito de público garantizado. Sus seguidores son los responsables. Al igual que ocurre en el fútbol, no es posible la ambigüedad. Cada uno tiene una favorita y las demás, no son más que meras rivales.

Los propios músicos tienen claro que el motivo de este boom obedece a un cambio en la imagen de las orquestas. "Antes vendíamos baile y ahora somos un espectáculo en el que se combina música, show, efectos especiales, escenografía...", señala el cantante y director de la orquesta Olympus, Antonio Arjones, Peke, quien añade: "La diferencia está en que antes la gente venía a bailar y ahora vienen a ver la orquesta. Es como un concierto".

No es lo único que ha cambiado. De la tradicional verbena en la que sólo se escuchaban pasodobles y cumbias se ha pasado a un completo espectáculo en el que suenan desde las últimas novedades de la música internacional hasta los éxitos del verano o lo más demandado en las pistas de discotecas. "Hemos realizado un cambio en el repertorio, ahora se incluye música de todo tipo y con ello hemos logrado atraer a la juventud, un sector del público que antes no seguía a las orquestas", indica José Antonio Blas Piñón, cantante de París de Noia. Un aspecto que Lito Garrido, voz y teclados de Panorama, considera lo más importante: "Los jóvenes son los que mueven el fenómeno fan. Tenemos que dirigirnos a todo el mundo y por eso cantamos desde temas dirigidos a niños hasta canciones para las personas de la tercera edad".

Cuando se abre el telón -una de las novedades de la nueva generación de orquestas-, la música comparte protagonismo con el show y los espectadores pueden observar cómo los cantantes aparecen en el escenario suspendidos por un arnés, subidos a un palco flotante o cómo los fuegos artificiales, los efectos especiales y pantallas similares a las de un concierto comparten espacio con trompetas, teclados y bailarines. Un espectáculo calculado al milímetro y ensayado una y otra vez durante los meses de invierno porque las orquestas del siglo XXI ya no son trabajos de verano. Sus componentes preparan de diciembre a mayo lo que después exhibirán por todas las fiestas gallegas. "En invierno no se descansa. Tenemos que preparar un repertorio para las salas de fiestas, donde actuamos esos meses, y diseñar el show del próximo verano", indican desde Olympus. Los mismo ocurre en las otras dos principales agrupaciones gallegas. "Hoy por hoy si eres de una orquesta grande, este trabajo requiere dedicación exclusiva. Nosotros acabamos la temporada el 31 de diciembre y después hay que prepararse para el nuevo año", señala Lito de Panorama.

Pero si durante el invierno el trabajo es de planificación, en verano el ritmo de las orquestas es frenético. El calendario de actuaciones de sus páginas web no deja lugar a dudas: trabajan todos los días de agosto y gran parte de julio y septiembre. En esta profesión volver a casa todos los días es necesario para poder continuar. Pese a que se pasan las tardes recorriendo las carreteras gallegas en busca de la siguiente fiesta y que su jornada laboral termina de madrugada, los músicos de estas orquestas regresan "siempre que sea posible" al hogar cada día. "Es la mejor forma de descansar y, además, así no pierdes el contacto con tu familia que es muy importante", indica Lito. Quienes sí suelen pasar los veranos alejados de sus seres queridos son los técnicos de montaje. Ellos no suelen tener tiempo de volver a casa ya que dejar todo listo para el espectáculo y recoger una vez finalizado puede llevarles unas tres horas. Porque los músicos lo tienen claro: una orquesta no es sólo quienes salen al escenario, hay todo un equipo detrás que, en el caso de las orquestas grandes, roza la veintena de trabajadores.

Todo un esfuerzo que se ve recompensado con el cariño que los fans ofrecen a los que ya son sus particulares ídolos. La fidelidad de algunos festeiros es tal que muchos de los músicos ya conocen a la perfección a quienes ocupan las primeras filas en cada verbena. "Claro que llegas a conocer a la gente. Hay niños a quien le regalaste una camiseta cuando tenían cinco años y que ahora ya tienen 17 y siguen viniendo", señala Peke, quien añade: "Este año hemos conocido a una pareja cuya luna de miel ha sido seguir a la Olympus durante dos semanas por toda Galicia".

Saben que lo que tienen se lo deben a los fans y por ello miman todos los detalles. Sus clubs de fans -con más de 3.000 socios en el caso de Panorama y París de Noia y 5.000 en la Olympus- concentran gran parte de su atención. "Gracias a internet ahora podemos tener un contacto más directo con ellos", señala Lito, quien añade: "Cada dos meses les mandamos una carta, un email con las fechas de las actuaciones y todos los años hacemos una fiesta para ellos, donde les regalamos el DVD o nuestro CD". Porque el fenómeno fan lleva detrás todo un universo de merchandising festeiro a disposición de los más fieles: discos, camisetas, gorras, carteles o vídeos con la gira.

¿Crisis en la verbena?

En plena época de crisis, las fiestas populares también se resienten aunque la recesión económica pasa de largo cuando se habla de las grandes orquestas. "La crisis se nota porque si la gente tiene problemas económicos o cree que puede tenerlos da menos dinero a las comisiones de fiestas. Se percibe sobretodo a la hora de organizarlas. Hay pueblos que antes tenían 5 o 6 días de verbena y ahora lo dejan en cuatro o que para una misma noche contrataban a dos orquestas y este año se conforman con una", indica Blas de París de Noia, quien reconoce que en su caso no hay crisis. Lo mismo ocurre en Panorama. "Este verano hemos tenido incluso más trabajo que el anterior. Puede que las orquestas más pequeñas lo noten pero las grandes no. Lo que está claro es que la verbena es una parte muy importante de la cultura gallega, está muy arraigada en la comunidad y si un día desaparece sí que habría que decir que la crisis es seria", indica Lito, quien cree que el sector de las orquestas es uno de los que menos está notando las dificultades económicas que atraviesa el país.

Lejos de faltar trabajo, en las grandes orquestas la demanda supera con creces la oferta y las comisiones de fiestas se ven obligadas a contratar con hasta dos años de antelación a sus agrupaciones favoritas. La disponibilidad de París, Panorama u Olympus varía en función del mes y día de la semana pero las principales fechas hace tiempo que ya están cerradas. Es el caso del 15 de agosto -uno de los días en que más pueblos tienen su fiesta patronal-, donde ya no es posible contratar a Olympus salvo que sea para las fiestas del año 2012. Agosto es otro de los meses conflictivos. "Para el año que viene ya sólo nos deben quedar dos días libres del mes", señala Lito.

Y el aumento de demanda lleva a que el caché también se incremente. En el caso de la Olympus uno de los días más demandados puede llegar a cobrar 17.000 euros. Una cifra elevada pero que desde las orquestas aseguran que está relacionada con el coste que supone instalar y llevar a cabo el espectáculo de luz, música y efectos en lo que se han convertido las orquestas del siglo XXI.

Tres son las orquestas que componen el pódium de honor de las verbenas gallegas. Los seguidores tienen claro cual es la mejor pero, ¿la rivalidad que existe entre los fans llega al escenario? Los músicos aseguran que la relación entre los miembros de las tres agrupaciones es buena e incluso muchas veces comparten medio de transporte para llegar a la fiesta. La rivalidad sí existe pero sólo sobre el escenario. Porque allí todos quieren ser los mejores.