Los peores presagios se cumplieron. Laura Alonso, la joven de 19 años desaparecida el pasado domingo en la localidad ourensana de Toén, murió asesinada. Tras seis días de intensa búsqueda, un equipo de voluntarios dirigido por un agente de la Guardia Civil localizó ayer el cuerpo sin vida de la chica. "Es evidente que los investigadores ya tienen el cuerpo del delito y a partir de ahí, las fuerzas de seguridad del Estado trabajamos duramente en la investigación que propicie determinar las causas que desencadenaron este suceso. Esperamos tener suerte y que pueda ser encontrado su asesino", explicaba muy afectado el teniente Javier Martín, de la Guardia Civil, que coordinaba la búsqueda de la joven.

De momento, no hay detenidos. Atrás quedan seis días de angustia que llevaron a los investigadores a descubrir mensajes amenazantes en el móvil de la víctima, así como llamadas cruzadas con su ex novio, al que había denunciado por malos tratos -aunque retiró la demanda poco después-, con el que se seguía viendo y con el que podría haberse encontrado la misma noche de su desaparición. El joven fue interrogado en dos ocasiones por la Guardia Civil antes del hallazgo del cadáver y quedó en libertad.

Ahora, las pistas recogidas por la Policía Judicial en la zona donde apareció el cuerpo, y las pruebas que permita obtener la autopsia, serán determinantes para el esclarecimiento de lo sucedido.

La principal hipótesis que se baraja es que Laura Alonso conocía a su asesino y se citó con él la noche en que desapareció. Dejó el bar de A Valenzá donde había estado con su novio actual y varios amigos y se dirigió en su coche hasta la pista de la parroquia de Alongos, donde se encontró el turismo perfectamente aparcado al día siguiente de su desaparición. Allí, se habría subido al vehículo del hombre con el que había quedado, y juntos se desplazaron a la zona del colegio de Toén, donde apareció roto su teléfono móvil.

Se cree que ambos sostuvieron una fuerte discusión y Laura, que ya había mandado un SMS a su novio diciéndole que estaba en casa -destino al que nunca llegó-, intentó llamarlo por teléfono, tal vez para pedirle ayuda. Su agresor se lo habría quitado, lo habría tirado al aire (apareció roto, sin batería y sin tarjeta) y probablemente la muerte se produjo entonces, tal vez de un fuerte golpe, si bien habrá que esperar los resultados de la autopsia. Con la joven probablemente muerta, el presunto homicida trasladó el cuerpo en su coche hasta el cortafuegos donde apareció ayer.

Se sospecha que el agresor regresó a su domicilio, pero al día siguiente, siempre según la hipótesis que barajan los investigadores, descubrió en su coche la chaqueta negra que llevaba Laura. Entonces optó por deshacerse de ella. Se trasladó a Moreiro, y la tiró a unos kilómetros de donde había aparecido el teléfono móvil de su víctima. Una joven la encontró y la lavó porque pensaba quedársela, aunque al enterarse de la desaparición de Laura se la entregó a la Guardia Civil.

El dolor y la indignación eran palpables entre el centenar de vecinos y efectivos de las fuerzas de seguridad que suspendieron las labores de búsqueda una vez que se confirmó que el cuerpo hallado cerca de un cortafuegos era el de la joven desaparecida.

El hallazgo