Una actividad que "engancha" y que tiene beneficios para ambas partes. De este modo define la coruñesa Ofelia Pardo su labor como voluntaria de Ayuda a domicilio en la Cruz Roja. Hace ocho años que esta profesora llegó a la ONG porque "necesitaba ocupar mi tiempo en cosas distintas" y ahora recomienda esta experiencia a cualquier persona. "Es cierto que se necesita algo de tiempo para ser voluntario pero muchas veces es sólo cuestión de buscarlo", indica.

A la hora de hablar de esta actividad todos son palabras de elogio. "No hay prácticamente nada negativo. Las personas mayores son muy agradecidas y el beneficio es mutuo. Tú también aprendes de ellos. Gente que está en silla de ruedas o encamada y que te recibe con alegría... te ayuda a ver las cosas de otra manera", señala Ofelia, quien reconoce que la relación entre usuario y voluntario llega a ser muy estrecha, casi como un familiar. "Sueles establecer mucha confianza, ellos te cuentan sus cosas, sus problemas..", añade.

Ofelia tiene claro que lo que más necesitan los usuarios de Ayuda a domicilio, al margen de colaboración para sus necesidades básicas, es que alguien les preste un poco de atención. "Estas personas necesitan tacto, cariño, una escucha activa, es decir, que noten que les estás atendiendo. Es muy importante siempre positivar las cosas y valorar sus experiencias personales, lo bien que les ha ido el día o cualquier anécdota que te cuenten", indica esta coruñesa.Ofelia hace compañía a varios ancianos pero también participa en lo que Cruz Roja ha bautizado como respiro familiar, es decir, sustituyen a los familiares de una persona enferma durante varias horas al día para que los cuidadores no tengan que estar las 24 horas junto a la persona dependiente.