Marina Tallón lleva veintisiete años trabajando con pacientes con trastornos de la conducta alimentaria. Desde hace un lustro, además, preside la Asociación Bulimia y Anorexia de A Coruña (Abac), una entidad sin ánimo de lucro que atiende, cada mes, a una media de sesenta pacientes de Galicia, Asturias y León.

-Desde los inicios de la asociación, allá por el año 1996, hasta los últimos tiempos, ¿han notado una mayor incidencia de los trastornos de la conducta alimentaria?

-Sí, el aumento de casos es alarmante. Cada mes atendemos a una media de sesenta pacientes, de los cuales entre diez y quince, los más graves, están en el centro de día. Hay más casos, pero también es cierto que cada vez el diagnóstico es más precoz, porque las campañas de prevención que se han puesto en marcha están funcionando bastante bien y porque hay menos tabúes en la sociedad.

-¿Qué servicios ofrece la asociación coruñesa?

-En primer lugar, el paciente y sus familiares mantienen una entrevista con nuestro equipo de psicólogos. Después, con su valoración y la de los médicos se determina cuál es la situación del enfermo y se diseña su tratamiento. Hay dos opciones: para los casos más leves, bastará con realizar una terapia ambulatoria, consistente en reunirse una vez a la semana con el psicólogo y, cada quince días, acudir a consulta con el psiquiatra. En los de mayor gravedad, se recomienda ir al centro de día, donde un equipo de expertos controlará que el paciente haga correctamente las principales comidas.

-¿Qué papel desempeñan las familias en todo el proceso?

-El papel de las familias es fundamental. Por eso, desde la asociación también les damos las pautas para que sepan cómo tienen que actuar ante cualquier situación.

-En Galicia sólo hay una unidad de ingreso específica para trastornos de la conducta alimentaria, situada en Santiago. ¿Es suficiente?

-Evidentemente, no. Debería haber áreas reservadas para estos pacientes en los principales hospitales de la comunidad, pero no es así. El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria es largo y costoso, y pacientes y asociaciones lo estamos teniendo que pagar, íntegramente, de nuestros bolsillos. Sin la ayuda del Ayuntamiento de A Coruña, la Diputación y entidades como la Fundación Barrié, la Fundación María José Jove, Gadisa, Begano o la Fundación Vidal Ríos no podríamos salir adelante, porque la aportación del Sergas es nula.