Dos años de prisión y el pago de una multa de 4.140 euros. Ésta es la pena que aceptó ayer un religioso de 69 años de edad por realizar tocamientos a dos niñas de 10 y 11 años en el colegio de Vigo en el que colaboraba en labores de secretaría desde su jubilación. Los episodios de abusos ocurrieron hace un año en el despacho que ocupaba el condenado, F.V.T., después de que una de las menores acudiera a junto de él a saludarle y a pedirle golosinas y la otra menor fuese allí, según su padre, a hacer unas fotocopias. El sexagenario, que fue apartado del centro educativo Maristas tras estos hechos, deberá indemnizar a las jóvenes con cantidades que suman 14.000 euros, de los que 12.000 ya fueron consignados por el acusado en el juzgado.

El juicio contra este religioso -que perteneció como hermano a la congregación- no se llegó a celebrar tras llegar a un acuerdo su abogada defensora con la fiscal y el letrado de la acusación particular, que representaba a los padres de una de las niñas, que fueron quienes denunciaron los hechos. El acusado asumió la autoría de los tocamientos y fue condenado por dos delitos de abusos sexuales, uno de ellos continuado. Además de la pena de prisión -no ingresará en la cárcel al no superar los dos años- y de multa, no podrá aproximarse ni comunicarse con las víctimas durante un período de cinco años y, además, se le inhabilita para el ejercicio de cualquier profesión u oficio relacionado con la docencia durante un período de seis años. En el apartado de responsabilidad civil, la indemnización total de 14.000 euros impuesta se divide en 6.000 para una de las niñas y en 8.000 para la otra alumna afectada. El pago será asumido en su totalidad por el procesado.

Atenuante

La conformidad alcanzada ayer después de que la fiscal rebajase su petición inicial al incluir en sus conclusiones la atenuante de reparación del daño -por la consignación previa de parte de la indemnización- evitó la celebración de una vista en la que además de las menores afectadas, estaban citadas como testigos otras alumnas de similar edad.

Todo ocurrió hace aproximadamente un año. La sentencia de conformidad contempla como hechos probados que en el primer semestre de 2009 F.V.T. realizaba labores de colaboración en el colegio vigués en funciones de secretaría. El trabajo lo efectuaba en el denominado "Despacho de Secretaría", situado en la zona administrativa del centro, en un pasillo en el que hay otras estancias que también funcionan como despachos, así como salas de profesores. El fallo judicial señala que los alumnos solían acudir a la oficina del religioso fuera de horas de clase "a pedirle golosinas que guardaba en un armario".

Los casos de abusos se produjeron, prosigue la resolución, entre los meses de febrero y abril de 2009. El fallo revela que "en fechas no determinadas" pero situadas en este período temporal una de las víctimas, una niña que en aquel momento tenía 10 años de edad, acudió al despacho del hombre "a saludarle y pedirle golosinas", momento en el que éste, "con el propósito de obtener una satisfacción sexual, al menos en dos ocasiones le tocó el pecho por encima de la ropa y en una de ellas la barriga por debajo de la camiseta".

"Qué callada eres"

Los abusos a la otra menor se produjeron el mediodía del 27 de abril de 2009 cuando acudió al mismo despacho acompañada de una amiga. El acusado, dice la sentencia, "actuando con idéntico ánimo", le realizó tocamientos en el pecho por debajo de la ropa, al tiempo que le decía "qué callada eres y qué guapa eres".

Este caso se descubrió a raíz de la denuncia interpuesta por los progenitores de una de las alumnas. El padre y el padrino de la menor acudieron ayer el juzgado y, aunque creen que no se hizo justicia "del todo", se mostraban relativamente satisfechos con la condena interpuesta al religioso tras asumir éste la autoría: "Por la edad del acusado y por las circunstancias es lo máximo a lo que podemos aspirar; es una persona mayor y sabemos que al final no va a ingresar en prisión, pero estamos contentos porque al no celebrarse el juicio la niña no ha tenido que revivir todo".

La menor cursaba quinto de primaria y llevaba desde pequeña en el colegio, en el que ya no está tras lo ocurrido. Un día, tras acabar las clases y llegar la niña a casa, les contó lo que le había sucedido en el despacho del religioso. "Era la primera vez que iba allí; fue a hacer fotocopias", cuenta el padre. Lo primero que hicieron, asegura, fue comunicar lo sucedido a la dirección del centro. Pero, añade, no obtuvieron la respuesta ni la actitud deseada ni por parte del colegio ni del APA.

No dudaron en denunciar los abusos en la Policía Nacional. La niña, a la que desde un primer momento el juzgado protegió imponiendo una orden de alejamiento al sospechoso, fue examinada en un hospital y recibió tratamiento psicológico. "Al principio lo pasó muy mal, no dormía...", relata su progenitor.

Pasado el tiempo, la menor ha superado lo ocurrido. "Ahora está recuperada; en cierto modo porque procuramos aislarla del proceso", cuentan el padre y el padrino. Tras la vista y la sentencia condenatoria de ayer, ambos lo tienen claro: "Denunciamos para que no le vuelva a pasar a nadie; que éste sea el último caso de ese señor".