Asegura que los jóvenes de hoy en día viven en una sociedad más violenta que la de sus padres, donde "todo vale" y en la que se han perdido valores como "el esfuerzo, la solidaridad o la honestidad". Para el juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud la consecuencia es que ahora los adolescentes que cometen delitos no siempre pertenecen al ámbito marginal y que surgen nuevos delitos, como los relacionados con las tecnologías, porque "los chicos no son muy conscientes del daño que pueden hacer". Para analizar la situación actual, Calatayud impartió ayer la charla La educación en España: de un extremo al opuesto, en el Club Náutico de A Coruña.

-Habla de extremos en la educación, ¿los padres actuales han abierto mucho la mano?

- Por supuesto, se ha pasado del padre autoritario al colega. Hay que buscar el término medio. Pero esto no sólo afecta al ámbito familiar, también al escolar y a toda la sociedad. Se habla de derechos, pero no de obligaciones... Además, vivimos en un país donde las propias leyes se contradicen.

-¿Por ejemplo?

- La ley establece que una niña de 13 años puede consentir relaciones sexuales, pero no hacerse un Tuenti; una de 12 puede acceder a la píldora del día después, pero no ser testigo en un juicio; a los 16 puedes abortar, pero no conducir. Hay que fijar unos criterios. Para los jueces un menor es el que tiene menos de dieciocho y para un médico, el de trece.

-Entonces, ¿está a favor de rebajar la edad penal de los menores?

-No. Si sentamos en el banquillo a un niño de 12 años es sinónimo de que ha fracasado todo el sistema. Lo primero es trabajar en la prevención: exigir a los padres que cumplan con sus responsabilidades como progenitores y que las políticas sociales trabajen en pro del menor.

-¿Incluso si cometen un delito grave como un homicidio?

-En estos casos, el juez no puede sentar al niño de 12 años en el banquillo, pero sí a los padres, a los que se les reclama una indemnización. Además no es cierto, como mucha gente cree, que los menores que cometen un delito salen en cinco años a la calle. La normativa actual establece que al cumplir los 18 o los 21, el juez puede pedir que continúe su condena en prisión así que hay chicos que pueden estar hasta diez años privados de libertad.

-Sin embargo, hay casos como el de Rafita -asesino de Sandra Palo-, que tras cometer numerosos robos siempre vuelve a la calle...

-En el caso de Rafita, el problema es que hubo una falta de coordinación entre la Comunidad de Madrid y organismos judiciales. Incumplió la libertad vigilada, algo por lo que según la legislación actual debería ser internado de nuevo.

-¿Es común que los padres paguen por los delitos de sus hijos?

- Está claro que las víctimas tienen derecho a que alguien pague responsabilidades. Los menores no tienen bienes y los padres deben responder por ellos. Yo he obligado a familias a pagar hasta 25 millones de pesetas por los hechos de sus hijos y es ahí cuando empiezan a ser conscientes de que deben cumplir su papel. Si un crío de 16 años está a las 03.00 horas en la calle, nadie más que sus padres son responsables de lo que pueda hacer.

-Realmente, ¿han aumentado los delitos de menores en los últimos años?

- No, la cifra se mantiene. Lo que pasa que se ha judicializado todo. Antes te insultaban y pensabas que era un niño maleducado, ahora se le pone una demanda.

-Pero, ¿ha cambiado el perfil y el tipo de infracciones?

- Sí. Se han equiparado todas las clases sociales, ha aumentado el porcentaje de menores que pertenecen a las clase media-alta. Se han incrementado los casos de maltrato de hijos a padres o entre novios, los delitos relacionados con el policonsumo de drogas y sobre todo aquellos que atentan a la dignidad o en el que aparecen las nuevas tecnologías. Antes te metías con alguien y sólo se enteraba la clase, ahora lo cuelgas en la Red y llega a miles de personas. No son conscientes del daño que pueden hacer.

-La pérdida de valores, ¿afecta a los menores o es un reflejo de lo que pasa en los mayores?

- Es un claro reflejo. La mayoría de la juventud es sana pero desde mediados de los noventa el mensaje social es de que todo vale, que se consigue todo con el mínimo esfuerzo. Hay que fomentar la solidaridad, el trabajo, la honestidad...

-La situación, ¿mejorará en el futuro?

- Sí. Esto es como un péndulo y por sentido común se volverá a un equilibrio. Yo abogo por el pacto del menor: fijar qué es un menor, qué puede y no puede hacer, qué ocurre en las edades intermedias...