Ministro general de la Orden Franciscana

José Rodríguez Carballo: "La visita de Benedicto XVI no solucionará la crisis, pero generará recursos"

"Santiago es, junto a Roma y Jerusalén, uno de los grandes centros de la religiosidad del mundo. Galicia no puede desentenderse de la fe porque es renunciar a una parte de su ser"

José Rodríguez Carballo en su localidad natal, en Ourense. / jesús regal

José Rodríguez Carballo en su localidad natal, en Ourense. / jesús regal

X. M. Del Caño | A Coruña

José Rodríguez Carballo, que nació hace 57 años en Lodoselo (Ourense), reconoce que siente "vértigo" cuando le recuerdan que es el 119 sucesor de San Francisco de Asís. Y la verdad es que los datos, sobre la segunda compañía religiosa más numerosa de la Iglesia, tras la de los Jesuitas, son un poco mareantes. Está formada por unos 15.000 sacerdotes, seglares y 18.000 clarisas, que se encuentran en 125 países. Cuenta con 500 colegios y treinta universidades. Pero además, en los siete años que lleva de mandato, Rodríguez Carballo visitó unos 15 países cada semestre. Habla gallego, castellano, latín, italiano, portugués, inglés, francés, hebreo clásico y arameo. También entiende el alemán.

-¿Cómo es el proceso para elegir al ministro superior de los franciscanos?

-Cuando hay capítulo general, cada seis años, las bases eligen a sus propios candidatos, mediante votación secreta, y los envían a Roma. Después se elabora el currículum vitae de los diez primeros y se mandan a las provincias. De modo que cuando los provinciales llegan al capítulo general electivo, ya saben que nombres suenan, pero eso no tiene validez jurídica ninguna. El capítulo puede elegir a cualquier otro fraile que no esté en esa lista. El capítulo vota, y de esa votación sale el ministro general.

-¿Dónde se realizó el último proceso?

-La votación se hizo en Asís. Nosotros celebramos los capítulos en distintos lugares, pero últimamente hemos realizado varios en Asís, porque es el sitio en el que hemos nacido.

-¿Dónde está la sede central de la orden?

-El centro de la orden, la curia general que llamamos, está en Roma.

-¿La casa central de los franciscanos se encuentra cerca del Vaticano?

-Muy cerquita, desde la puerta de nuestra curia general a la puerta de San Pedro hay unos cinco minutos a pie.

-¿Cómo van las relaciones con la Santa Sede?

-Es muy fraterna, muy cordial, de mucha cercanía. Y todas las veces que he tenido la dicha de encontrarme con el Papa, antes Juan Pablo II, ahora Benedicto XVI, ha sido para mí una experiencia muy hermosa y realmente muy consoladora.

-¿Cuántos papas conoció?

-Conocí a Pablo VI y a Juan Pablo I, precisamente estaba en Roma cuando tuve la dicha de verlo; sin embargo solo tuve relación personal con Juan Pablo II y ahora con Benedicto XVI.

-Juan Pablo II y Benedicto XVI son dos mundos distintos.

-Ciertamente, Juan Pablo II era un hombre mediático. Él amaba la multitud, el contacto directo con la gente. Era un pastor. Juan Pablo II era un gran párroco. Benedicto XVI podría parecer mucho más reservado, pero es un hombre que tiene un diálogo muy fraterno y muy cercano. En el diálogo personal, Benedicto XVI parece otra persona. Es muy sencillo. Por eso yo creo que los dos papas se complementan y a la vez hay una continuidad que va más allá de lo que exteriormente pudiera parecer.

-Benedicto XVI destaca por su faceta intelectual.

-No cabe duda, Benedicto XVI es un gran intelectual, un hombre de una formación muy elevada, basta ver sus escritos. En una ocasión, en un programa de la televisión italiana le preguntaron a una anciana por qué iba todos los domingos a escuchar al Papa en la oración del Ángelus, y ella dijo: "Me gusta como habla de Jesús". Yo admiro mucho a Benedicto XVI porque sabe conjugar muy bien la profundidad teológica, es un gran teólogo, con la sencillez de la exposición. Nadie podrá decir que no entiende al Papa, porque se pone a un nivel que puede ser entendido por todos.

-¿Qué queda de la antigua rivalidad que había entre distintas órdenes religiosas?

-Hay una organización, que es la Reunión de Superiores Generales, donde nos juntamos dos veces al año, durante una semana, en asamblea plenaria y la relación es muy cordial. Las disputas, diferencias y divisiones que pudo haber en el pasado, en la actualidad no existen.

-La visita de Benedicto XVI a Galicia generó polémica, por el alto coste que requiere.

-El viaje del Papa a Santiago, lo veo como una oportunidad única para Galicia, no sólo desde el punto de vista de la fe. En el Año Santo, las peregrinaciones no cabe duda que tomaron fuerza, entre otros factores, gracias a las visitas de Juan Pablo II. Y todo eso sabemos lo que genera para Galicia. Por lo tanto, yo creo que esos ataques son fruto de la ideología, que no tienen razón ninguna de ser. Se gasta en tantas otras cosas que no generan; la visita del Papa va a generar muchos ingresos. No solucionará la crisis, pero generará dinamismo y recursos. El Papa no viene a hacer turismo, ni a pronunciar mítines, viene a evangelizarnos y a confirmarnos en la fe.

-¿Esa es una necesidad imperiosa en estos momentos?, porque cada vez la gente se desentiende más de la religión.

-España y Galicia no pueden desentenderse de la fe, porque está en nuestras raíces. Renunciar a la fe, es renunciar a una parte de nuestro ser. El cristianismo forma parte de nuestra cultura y de nuestras raíces. Renunciar a la fe, sería mutilar nuestra identidad.

-Santiago merece esa visita.

-Santiago, junto con Jerusalén y Roma, han sido las ciudades que han atraído más peregrinos. Esos son los tres grandes centros de la fe y de la religiosidad. Santiago está en el corazón de la fe de Galicia, de España y Latinoamérica, donde muchas ciudades llevan su nombre.

-¿Hay países en los que el misionero se juega la vida?

-Hay quienes se juegan la vida en India, Pakistán o Sudán. Hace poco hubo quien quiso ir a Irak o Irán, pero no se le permitió.

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