Madre de dos hijos de 2 y 6 años
Ana López: "Mis hijos compensan con creces los problemas del embarazo"
"El hecho de que mis niños vean la discapacidad como algo natural va a hacer de ellos personas más tolerantes"
M. H. | A Coruña
Ana López nunca podrá correr detrás de sus dos hijos, pero se siente la madre más afortunada del mundo. Un accidente de tráfico la dejó en silla de ruedas cuando sólo tenía 18 años. Hoy, con 35, es una mujer realizada, con un trabajo que la llena y, sobre todo, con una familia que se ha convertido en el auténtico motor de su vida.
"Cuando tuve el accidente, mis prioridades eran finalizar los estudios y trabajar. Para nada me planteaba entonces tener hijos, aunque era una posibilidad que siempre había estado ahí. Pasados los años, cuando conocí a mi pareja y tuve mi vida más o menos encarrilada, fue cuando decidí dar el paso. Ahora, estoy encantada", explica, al tiempo que reconoce que su lesión medular no le supuso ningún problema a la hora de quedarse en estado. "Para quedarme embarazada no tuve problemas. Las dificultades vinieron después. Desde mi punto de vista, la atención sanitaria que recibí no fue la adecuada", señala.
Ana lamenta que en Galicia no haya unidades ni protocolos específicos para atender a las embarazadas con discapacidad. "Aunque nos derivan a un servicio especial para gestaciones de alto riesgo, la asistencia que recibimos es bastante deficitaria. No hay ninguna ayuda técnica. Las camillas no están adaptadas, y tampoco las básculas. Yo tenía que pesarme en mi casa, tirada en el suelo", recuerda, indignada.
A las trabas asistenciales que sufrió durante sus dos embarazos se unieron los problemas físicos derivados de su situación. "Durante el primer embarazo me dolieron mucho los huesos, sobre todo los de las muñecas, supongo que por el tema de estar sentada. Además, tuve que quedarme hospitalizada porque sufrí contracciones antes de tiempo. Al final me hicieron una cesárea un poco arriesgada, pero todo salió bien", apunta Ana, quien reconoce que, su segundo embarazo, "aún fue peor". "Pese a todo, mis hijos compensan con creces todos los problemas que sufrí", subraya.
"Mis niños -continúa- tienen ahora 6 y 2 años, y viven con naturalidad el hecho de que yo esté en silla de ruedas. Familiarizarse desde pequeños con la discapacidad les va a ayudar a ser personas más tolerantes", destaca.
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