Cuenta atrás para septiembre

Los pedagogos gallegos recomiendan dedicar tres horas diarias a la preparación de los exámenes de recuperación y destacar lo más importante de cada tema para que la memorización sea más sencilla

Un grupo de escolares prepara sus exámenes de septiembre en una academia. / rafa estévez

Un grupo de escolares prepara sus exámenes de septiembre en una academia. / rafa estévez

Alexandra Moledo | A Coruña

Los escolares apuran las últimas jornadas de estudio antes de enfrentarse a los exámenes de septiembre y recuperar aquellas asignaturas que se les atascaron durante el curso, aunque "si no hicieron nada en todo el verano, de poco les va a servir darse el atracón final ahora", afirma el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez. El educador reconoce que cada niño es diferente ya que a unos les llega con dedicarle unos días a las materias pendientes -a pesar de que el aprendizaje en estos casos sea más superficial- mientras que para otros, dos meses no son suficientes, es decir, "lo que funciona con unos no vale para otros porque en la educación no hay fórmulas mágicas", señala. Pese a todo, hay claves que ayudarán a ambos a preparar correctamente estas pruebas.

Para José Manuel Suárez, lo fundamental es ser organizados tanto en el tiempo de estudio como a la hora clasificar los contenidos por su importancia. Al finalizar el curso, el alumno debe descansar unos quince días para desconectar. Según las pautas de Suárez, después de este parón debe imponerse un horario de lunes a viernes o a sábados durante 45 minutos y cada quince días aumentar progresivamente el ritmo con 15 o 30 minutos más de estudio. "Con tres horas diarias sería suficiente si se han suspendido un máximo de cuatro asignaturas. Si son más es preferible centrarse sólo en las que hay mayores posibilidades de aprobar, con miras ya sólo a no repetir curso", añade el pedagogo gallego.

Tampoco hay una hora más propicia que otra para dedicarse al estudio, pero el experto recomienda la mañana, pues "durante la tarde hay más distracciones y cuesta más sentarse frente a los libros", añade. Independientemente del momento del día escogido para repasar, ese tiempo debe aprovecharse al máximo. Por eso, según Suárez, es fundamental "la implicación y la vigilancia de los padres, sobre todo con aquellos niños que tienen capacidades de sobra y aplazan la tarea simplemente por vagancia".

Técnicas y trucos

Una vez que el alumno ha organizado su tiempo de estudio tiene que comenzar a asimilar los conocimientos, y para eso le serán de mucha utilidad algunas técnicas de memorización. Como afirma este profesional "la escuela española es muy memorística y la memoria es como un músculo al que hay que acostumbrar a captar lo aprendido". Por ello, es primordial tener una base sólida en los contenidos adquiridos con anterioridad y así poder añadir los nuevos sin dificultad. Los resúmenes, los esquemas, los subrayados o relacionar términos con conceptos ya aprendidos son algunos trucos clásicos que sirven para retener la información.

El presidente de los pedagogos gallegos también destaca la efectividad de las reglas mnemotécnicas, porque permiten asociar y codificar lo que se estudia con otros aspectos de la vida cotidiana. Las palabras que se quieren recordar pueden relacionarse con términos que suenen parecidos, con su significado o simplemente con experiencias de la rutina diaria del escolar.

El proceso de memorización, según Suárez, incluye la fase de captación de conceptos para luego interpretarlos y acomodarlos en el pensamiento. "La mente es como una estructura donde las cosas nuevas se asientan en lo establecido", matiza. Con este objetivo, aconseja que los profesores a principio de curso hagan un repaso previo para conocer el nivel de sus alumnos y saber desde donde tiene que partir.

En la época estival, las academias se llenan de escolares con materias pendientes. José Manuel Suárez es partidario de las clases particulares e indica que sus resultados son buenos porque la atención es más personalizada. "Un profesor de academia es como un tutor, tiene más tiempo para resolver dudas pero también mayor responsabilidad", explica el pedagogo.

Suárez define a los alumnos que van a academias como "carretadores de libros que se tienen que transformar en estudiantes", algo que sólo es posible "siempre que haya voluntad y trabajo personal". La insistencia del profesor particular también es crucial, ya que " muchos niños tienden a inventar cualquier excusa con tal de no estudiar y se distraen a la mínima", afirma.

Después de todo un verano de estudio, bien sea en casa o en las academias, llega la hora de que los escolares con asignaturas suspensas demuestren que su esfuerzo ha valido la pena en las pruebas de septiembre. El miedo a volver a fallar puede generar presión en algunos y para que los nervios no les jueguen una mala pasada y echen a perder el trabajo realizado, Suárez aconseja que ya con el examen delante "se concentren en qué se puede hacer, empiecen por lo que se saben seguro e intenten hasta donde se llegue". "No se puede partir de la base de que se va a suspender porque si se acude al examen con esa mentalidad es muy probable que se fracase porque sólo se piensa en acabar cuanto antes", concluye.

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