La bajada del paraíso al infierno

Los psicólogos coruñeses aconsejan retomar la rutina paulatinamente e insisten en que el malestar que provoca el fin de las vacaciones depende del carácter de cada persona

Un joven se lamenta días antes de volver al trabajo. / fran martínez

Un joven se lamenta días antes de volver al trabajo. / fran martínez

Iria Pereira | A Coruña

Si una palabra se puede asociar con el mes de septiembre es regreso. Los niños vuelven al colegio, las bibliotecas se vuelven a llenar de apuntes de cara a los exámenes de septiembre, y toca cambiar la arena de la playa por la vuelta a la oficina y a la rutina.

Incorporarse al trabajo tras las vacaciones no es plato de buen gusto, el despertador vuelve a sonar, los días se van haciendo más cortos y el tiempo suele empeorar. Todos estos son factores que influyen en el llamado síndrome posvacacional, un reciente fenómeno que genera malestar y que aparece con la reincorporación al trabajo. Los psicólogos coruñeses insisten en que es un síndrome de corta duración, y que sólo en caso de que persista en el tiempo, sería aconsejable pedir consejo a un profesional.

La psicóloga coruñesa Yolanda Berdullas explica que si se alargase más de dos semanas, se entraría a hablar ya de "otro cuadro clínico, que sería necesario consultar".

Los efectos del síndrome posvacacional dependen en gran medida de la personalidad, pero los más comunes son el insomnio, una mayor irritabilidad y una falta de apetito e incluso de motivación.

Otro factor que influye en que la vuelta de las vacaciones sea más o menos complicada es el clima que exista en el lugar de trabajo y la motivación que la persona tenga por la labor que desempeña. "Si el puesto de trabajo implica un ambiente en el que hay presión o si hay un mal clima, la reincorporación será mucho más difícil" explica Berdullas.

El cambio de rutina y de hábitos que implica la vuelta al trabajo también es un factor importante. "Con la vuelta al trabajo coincide un empeoramiento del tiempo, los días se hacen más cortos y nuestros hábitos dejan de ser tan lúdicos como lo pueden ser en verano" explica la psicóloga.

Yolanda Berdullas sugiere como medidas para que la reincorporación sea más llevadera hacer que el cambio sea "paulatino". "Eso que hacemos en las vacaciones de las terracitas y los paseos, podemos conservarlo al salir del trabajo, tomar algo o dar un paseo, para intentar aprovechar el tiempo libre de forma que el cambio sea menos brusco", explica.

Berdullas insiste en que "si pasadas dos semanas el síndrome persiste, si que sería necesario consultar con un profesional porque podría tratarse de un cuadro clínico más grave".

Por su parte, la también psicóloga coruñesa Mónica González, explica que el problema surge a veces porque "la gente quiere apurar las vacaciones hasta el último día y luego se lleva el batacazo".

En cuanto a la duración de las vacaciones, González cree que depende de cada persona. "Todos somos diferentes. Hay quien necesita un mes para desconectar, aunque está claro que al llevar más tiempo de vacaciones luego cuesta más volver al trabajo".

Por otra parte, explica, "si se cogen vacaciones más cortas, de una semana por ejemplo, nos costará menos volver a incorporarnos pero también tendremos menos tiempo para desconectar".

Las dos psicólogas coinciden en que las dificultades de la vuelta dependen mucho del ambiente que se respire en el puesto de trabajo y, sobre todo, del carácter de cada persona.

González añade además que con la actual crisis económica cada vez son más los que consideran el trabajo una necesidad y en muchas ocasiones "no hay motivación". "En el caso de que el trabajo que se tenga no motive, la vuelta será mucho más difícil", insiste.

"La diferencia suele estar en el carácter" -aclara- "si una persona es optimista y además suele llevar bien el trabajo a diario, enfrentará mejor el fin de las vacaciones".

En cuanto a la gravedad del síndrome posvacacional, explica que "puede ser grave para una persona que ya arrastre una patología anterior o que tenga problemas en el trabajo, como en casos de moving".

De lo contrario, insiste "no es grave". "Volver al trabajo nos cuesta a todos, y el hecho de tener que volver a trabajar no es causa suficiente para desencadenar, por ejemplo, una depresión", concluye.

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